QUE TE QUEDE CLARO:
“NADA SE SOBREENTIENDE”
El deber nos llama a todos sin excepción. Las vacaciones finiquitan. Nuevamente la tarjeta de registro marca la entrada y la salida.
Trabajar, trabajar y trabajar. “El deber te llama”.
“El ocio es la mamacita de todos los vicios…”, y yo aquí, con ganas de empezar.
Recibo una llamada, es mi hermana, me invita por una semana a Bogotá, mi hija ya entra a la Universidad, el día sigue caminando, no se detiene.
Todo es perfecto para mí, cambiaré de ambiente, cambiaré de clima, cambiaré de acento, aunque sigo siendo la misma: me levanto, los dos vasos de agua en ayuna me esperan, el cafecito mañanero me llama, la rutina es perfecta. Me acicalo, tengo bríos, me siento como una diosa mitológica, voy a retar los minutos, las horas. Viva la vida, estoy viva.
Todo listo, los tiquetes aéreos, salida a las 14:00 hrs, domingo, vuelo Avianca. Mi hija y yo arregladas.
Mi hermano nos va a recibir en el aeropuerto, verificamos el número de vuelo… ¡Hay un error!, ¡Algo extraño ha sucedió! ¡Encontramos un error!, son dos números de vuelo diferentes: misma aerolínea, misma hora, misma fecha.
Llamo a la línea 1-8000, efectivamente, nada que hacer, los vuelos tetiados, rellenos, embuchados. No se puede hacer nada, hay que seguir el rumbo. ¡Son dos vuelos a la misma hora! Escucho la voz de mi vecina, si sucedió así es por algo. Vuelve y juega eso de las supersticiones. Nada que hacer. Vivimos en un país que cree en agueros, jaja.
Aquí estoy, en la nevera. Abrigada como un esquimal. Riéndome de todo y de nada.
Concluyo: No todo lo obvio es lo lógico.
Esas son las cosas del lenguaje, de la comunicación, del habla. A veces todo parece perfecto, aclarado.
Me queda de experiencia: verificar antes de decir: Obvio. Estoy segura.
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