ENSAYO

EL OJO CREE EN LO QUE VE Y ESO PARECE VERDADERO

CURSO DE CINE, LITERATURA Y PERIODISMO (Medios de comunicación) EN LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA.
PROFESOR: JUAN ENSUNCHO BÁRCENAS.

Una mirada política y personal de Colombia.
LIDIA CORCIONE CRESCINI.
Realizado en la ciudad de Cartagena de Indias en el Centro de Cooperación Española, Calle Santo Domingo.
Si es fundamental que los medios comprendan el pensamiento y los sentimientos de los destinatarios, y que estos comprendan y aprendan a leer los mensajes que proporcionan dichos medios, ¿por qué con frecuencia los medios de comunicación violan la intimidad de las personas?

Podemos observar como ciertas cuestiones, pueden ser utilizadas con sentido positivo, así como también lo importante o valioso puede ser utilizado de modo negativo.

Constantemente y con ahínco se defiende la libertad de expresión y el derecho de información ya que estos suelen presentarse como los grandes temas de comunicación. Sin embargo, no existe la libertad de información sobre todas las cosas.

La información monopolizada o perteneciente a una saga familiar por el llamado poder económico, obstruye en ocasiones el verdadero sentido y trasfondo de las noticias ya que solo se muestra lo que sea conveniente a sus corrientes políticas y en último caso a sus ideales doctrinales que se esconden detrás de unos intereses meramente individualistas.

Se ha llegado a afirmar que es tal el poder y la influencia de los medios de comunicación que han transformado la cultura, la tradición y los valores más arraigados de la sociedad.
Es importante tener una mirada ética y estudiar esta problemática desde esta óptica para tratar de responder a ciertos interrogantes: ¿Cuál ha sido la incidencia de los medios de comunicación en la tradición y la cultura? ¿Cómo puede la ética influir en la comprensión y transformación de las nuevas realidades generadas por los medios de comunicación?


Vemos como para Aristóteles la ética debe empezar por averiguar cuál es el fin –El bien—al que la naturaleza nos encamina y será moralmente inteligente quien descubra los medios para alcanzarlo: El hombre es un ser sociable por naturaleza, si posee el LENGUAJE, debe poseerlo con algún fin, que no puede ser otro que expresar lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, valores que son exclusivos de la vida en sociedad. La razón de que el hombre sea un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier otro animal, es clara.
Como decimos, no hace nada en vano.
“Sólo el hombre, entre los animales, posee la palabra”.
La voz la poseen todos los animales y han alcanzado placer o dolor, en cambio, la palabra existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto. Y esto es propio de los humanos frente a los demás animales.
¿Son profesionales y éticos los periodistas que comunican noticias por llevar sólo la vocería?
Actuar de esa manera es como lanzar a alguien a la arenera de un ruedo y lidiar con una bestia sin saber si nos va a hacer daño o nos va a dejar salir ilesos.

Ya Inmanuel Kant, nos manifestaba que el propósito de la ética es: “Piensa que los actos verdaderamente virtuosos, verdaderamente éticos, son aquellos que se realizan sin ningún fin particular, sin ningún interés personal, sino buscando la realización de nuestra propia especie”. Según ellos, nuestra individualidad sólo se verá realizada si guiamos nuestros actos persiguiendo el más alto de los fines, que es la felicidad de todos los hombres, y por tanto, dejando de lado las pequeñeces y miserias propias de nuestra subjetividad.
Uno de los propósitos primordiales de la ética es constituirse en una reflexión tendiente a un fin, y que las discrepancias radican en los se entienda por fin.


A mi manera de ver las cosas y dada la experiencia diaria por la que pasamos los colombianos, los medios de comunicación se han convertido en un producto más para seguir instigando en esta sociedad de consumo que no se detiene a precisar las consecuencias de los hechos trascendentales que nos ha tocado vivir a través de nuestra historia.
Aún me queda la interrogante de cómo noticias que supuestamente son secretos de Estado o parte de un sumario, salen a la luz pública dizque porque un chivo expiatorio la hurtó o se la robó y la vende al mejor postor llamado medio masivo con poder y luego salen los gobernantes a explicar públicamente que quien haya cometido esa violación será sancionado con todas las de la ley. Desgraciadamente nosotros estamos cundidos de leyes que reposan en un colchón de papeles, pero jamás ha sucedido nada contra esas personas que entregan el “boom” noticioso.
¿A quién o a quiénes les conviene mostrar esa noticia?
¿Cuál es la idea que nos quieren vender con su publicación?
¿Acaso la misma situación del país la quieren tapar con unas gruesas ruanas y nos atrapan con factores distractores para mantenernos contentos y decir: ¡aquí no pasa nada!

Causa estupor ver como los medios de comunicación los que tienen una gran incidencia en el comportamiento de las personas han convertido a la gran mayoría en títeres del sistema y en victimas al tener que asumir unas noticias que a la final terminan siendo ciertas ya que con la televisión por ejemplo, la imagen se ha convertido en autoridad. Solo se cree lo que se ve. El ojo cree en lo que ve y eso parece verdadero.
Las imágenes distorsionan la realidad. Así por ejemplo, la saturación de violencia puede llevar a que esta se admita como una manera normal y adecuada de resolver los conflictos.

Con las noticias se podrían abrir ventanas o poner paredes, esto es lo que estamos viviendo en la actualidad y podríamos afirmar que la influencia de los medios bien encaminada sería una influencia muy positiva para que las personas se motiven a involucrarse en los asuntos propios de su comunidad, ayudando a cultivar el conocimiento y la práctica de las responsabilidades mutuas.

Si los medios de comunicación dejaran de ser “rosqueros”, pulpos devoradores de las primicias y chivas, para obtener el primer flash de los acontecimientos y lo mostraran con objetividad, con estudio y con propuestas, otra cosa sucedería, pero desgraciadamente sin quererlo todos nos hemos involucrado en un juego de luces, de noticias, de imágenes que almacenamos en forma instantánea y poco a poco nos creemos el cuento que nos están contando de una manera precisa y terminamos sin darnos cuenta convirtiendo en héroes a los miles de villanos que se aprovechan de nuestra posición de subordinados ante un poder movido por unos hombres que se colocan la máscara de hierro con una verborrea y elocuencia convincente para lograr sus propósitos.

En uno de sus escritos Joseph R. Dominick, la dinámica de la comunicación masiva nos dice haciendo referencia a Los medios y el imperativo categórico: “De acuerdo con Kant, los imperativos categóricos se identifican con un examen de conciencia; la conciencia nos dice lo que es correcto. Si después de realizar un acto el individuo se siente intranquilo o culpable, es porque quizás a violado su propia conciencia. El imperativo categórico aplicado a los medios de comunicación podría significar que todas las formas de engaño en las noticias son indebidas y hay que evitarlas. Nadie quiere que el engaño se vuelva una práctica universal. Por consiguiente, los reporteros nunca deben presentarse como lo que son al ir a buscar la información para la historia.



Y... EL SER HUMANO CREÓ EL LÁPIZ

El error no es para castigar
sino para corregir, pulir,
mejorar.

Y dijo el ser humano: “Hagamos al lápiz. Y así fue. Tomó, pues, el ser humano, la arcilla y el grafito y surgió de sus manos el lápiz con fuerza creadora.

Con el lápiz, el ser humano escribió mensajes, dibujó, comunicó sus ideas, sus sentimientos, dio nueva forma a sus pensamientos. Las relaciones entre las personas se estrecharon. Se agilizaron las noticias. Se despertó la creatividad entre las comunidades.

Pero... algo imprevisto surgió de pronto y varias parejas se desintegraron; amigos de varios años se disgustaron; pueblos hermanos se enemistaron, proliferaron las disputas, las riñas, las guerras. Aparecieron con mayor relevancia los celos, la envidia, la amargura.

El ser humano buscó la raíz de este despiporre y la encontró en la comunicación practicada con el lápiz.

Encontró frases con rayones, errores sin corrección, letras superpuestas, manchones que impedían leer claro, tachaduras que cambiaban el curso de las frases.

El lápiz convirtió las relaciones humanas en una verdadera Torre de Babel. El ser humano se entusiasmó tanto con el lápiz, que descuidó lo que hacía con él.

Entonces, se reunió el ser humano consigo mismo y dijo: “No es bueno que el lápiz esté solo; debo hacerle una compañía que lo complemente, que lo ayude a solucionar los problemas de las relaciones”.

Y así fue. Y dijo el ser humano: “Sea el borrador”. Y tomando del árbol de caucho una sustancia elástica, la convirtió en goma para borrar.

De lo anterior podemos referenciar el libro “El olvido que seremos” escrito por Héctor Abad Faciolince y de quien apunta con precisión Eduardo Botero Toro: La publicación de “El olvido que seremos, suscita a quienes fuimos testigos de época la que el escritor elige escribir, diversas ideas y múltiples emociones encontradas, toda vez que de esa ordalía armada contra el pensamiento Colombia no acaba de salir bien librada”.

Héctor Abad Faciolince de alguna manera nos cubre y nos involucra en esa parte de la historia de Colombia (que se ha mantenido constante hasta la fecha), en la que él directamente padeció en carne propia al tener que soportar la muerte de su padre, quien fue un hombre transmisor de la palabra con ideales arraigos por la injusticia social que se ha suscitado en Colombia que al tiempo ésta queriendo ser combatida por grupos al margen de la ley los cuales comenzaron su lucha con buenos propósitos, pero dejaron estos ideales de justicia y equilibrio social en sus neuronas malignas para convertirse en depredadores de una comunidad indefensa que sigue padeciendo la violencia atroz desde cualquier ángulo: pobreza, analfabetismo, inseguridad social, estratificación, castración laboral, secuestros, torturas, genocidios. Ideales revestidos de lucha terrorista por llevar la batuta en el tráfico de drogas para abastecerse económicamente y mantener “el poder” del terror.

Vemos entonces como su padre, Héctor Abad Gómez, es un asiduo luchador en contra de las injusticias sociales, no denunciaba sólo al Estado y cerraba los ojos ante las atrocidades de la guerrilla, también abominaba el secuestro y los atentados indiscriminados de esos movimientos, los que denunciaba con fuerza e incluso con desesperación. Le parecía más grave que el mismo Estado que decía respetar las leyes fuera el que se encargara o encargara a otros matones a sueldo (paramilitares y escuadrones de la muerte) de hacer la guerra sucia.

Héctor Abad Gómez, en su sed insaciable por comunicar estas incongruencias sociales nos recalca quizás con dolor visceral: “Están exterminando la inteligencia, están desapareciendo a los estudiantes más inquietos, están matando a los opositores políticos, están asesinando a los curas más comprometidos con sus pueblos o sus parroquias, están decapitando a los lideres populares de los barrios o de los pueblos. El Estado no ve sino comunistas y peligrosos opositores en cualquier persona inquieta o pensante”.

Esta es la única razón para que vilmente unos sujetos vayan directo al grano y le acallen su voz, sin sospechar siquiera que detrás de todo ese complot el mundo se encuentra lacerado y sangrante por estos hechos que dejan eco y retumban en el interior de los colombianos.

Cuando le preguntaron por su rebeldía, de refirió a su rosal: “La rebeldía yo no la quiero perder. Nunca he sido un arrodillado, no me he arrodillado sino ante mis rosas y no me he ensuciado las manos sino con la tierra de mi jardín”.
Personas como él, convencidas de sus ideales, nos anuncian a diario en su perspectiva toda la tramoya que vivimos y sin embargo todo queda en el cuento del Pastorcito mentiroso con su famoso alarido: ¡Ahí viene el lobo...!, ¡ahí viene el lobo...!

Conocemos de los sobornos, el miti-miti, los impuestos hipermegaplays, obras inconclusas, déficit, desfases, injusticias sociales, de los ríos revueltos y las ganancias de pescadores.
El país sigue hediondo, denigrante, prostituido, degenerado, burlado, segmentado. Ahí viene el lobo... Llevamos más de cinco décadas en ese “cuento”. Debería ser una fábula, pero fábula no puede ser porque ésta nos dejaría una moraleja o enseñanza y por lo visto no aprendemos de las experiencias que hemos vivido con las administraciones que desgraciadamente han sido elegidas democráticamente en una democracia en donde el voto es canjeado por, el cocó y hasta el mismísimo diablo”. Dizque el “maligno” no existe, pero la fuerza del mal ejerce un poder de convicción tremendo sobre la necesidad, la hambruna, la ignorancia, la escasez, la deteriorada y fantasmagórica integridad moral.

Y ahí están nuestros medios de comunicación, anunciando el listado imparable de nuestro país, país singular, pintoresco, rico en fauna y flora, excesivamente copioso en sinónimos y de una frescura tal que aunque nos estemos hundiendo en la arena movediza, aunque estemos agonizando por los despropósitos siempre se le saca partido a las situaciones “inusuales, inapropiadas y llenas de descalabros” de un manejo político y medios de comunicación encasillados en aspectos poco claros. (Cada vez aparecen más enredos, embrollos, culebras y aparece a relucir otro cuento (¿Quieres que te cuente un cuento? el burro murió contento en la puerta del convento. ¿Quieres que te lo repita? cabeza de pepita. ¿Quieres que te lo remate? cabeza de tomate…), y así podemos durarnos la vida entera con ese cuento de nunca acabar que nos enseñaron en la infancia. Este es el cuento del gallo Capón.

Ya había mencionado anteriormente que los villanos los convertimos en héroes, tan cierto es eso que los temas que están pegando más fuerte en la literatura, telenovelas y cine son aquellos sangrientos por los efectos de los matones del narcotráfico, el sicariato, las pandillas, los terroristas. ¿Y qué publican los medios? Fotos de imágenes aterradoras que ocupan una página entera, y los llevan a la pantalla chica y grande como una proezas, en donde los actores de la comedia, personifican de manera convincente esas situaciones que han dañado a miles de personas con el dolor que han padecido por algo tan inhumano.

Desgraciadamente cabe preguntarnos ¿realmente qué es lo que vende? ¿Acaso las noticias culturales, educativas, sentimentales, amorosas y llenas de valores humanos?
¿No es acaso en la misma desgracia y en el dolor donde el hombre cuece sus aberraciones?

Partiendo de esos aspectos nos queda entonces claro que los medios de comunicación podrían convertirse si es que ya no están convertidos en el negocio más productivo y degenerativo, siendo a su vez una escuela para el crimen, sin asumir con honestidad las implicaciones a que esto conlleva en una sociedad vulnerable y ávida de soluciones que se desesperanza y criminaliza día a día por no encontrar un asidero que les muestre el camino de la luz, del equilibrio y la verdad.

Estoy convencida que soñar es hacer un mundo posible y que los medios de comunicación podrían encaminar las noticias de una manera más útil y productiva, sacando de lo negativo de ella, lo positivo para los sucesos posteriores.

No podemos afirmar que el periodismo en general y los medios de comunicación están desfasados o no sirven para nada, todo lo contrario, la inmediatez de la noticia al alcance de cualquier lector, radio escucha, televidente, cineasta, en este siglo XXI, en tecnología es sorprendente y cada vez más parecería que nos encontramos en el lugar de los hechos. Esa cobertura es la que se debe aprovechar de una manera más estudiada (menos sensacionalismo, menos situaciones aberrantes). –Más confrontación-
Los medios de comunicación están en el deber de confrontar la noticia para que ésta sea veraz y parece ser que lo que se está utilizando es colocar un título llamativo en esa noticia, atrapar al receptor y dejarlo con el sinsabor de los hechos inconclusos.

Es por eso quizás que Luis Ospina, se lanza a realizar el documental “Un tigre de papel”, creando un personaje polifacético que encierra a la gran mayoría de los colombianos –Pedro Manrique Figueroa-, como símbolo de la trashumancia, un ángel caído, un profeta del mal ejemplo, el precursor del collage en Colombia, un hombre que posee de manera inexplicable el don de la ubicuidad, está en todas partes, a toda hora, sabe de política, de arte, de leyes, con la peculiaridad de ser antropólogo también.
Un personaje amante de la vida (Biófilo) y a la vez destructor de todo (Panclasta).

Luis Ospina director de este documental nos enfoca en un ideal, en un pensamiento de liberación, de justicia social y por qué no de utopía, de crítica, de nirvana y nos muestra a través de los hechos sucedidos en nuestro país a partir de 1.934 hasta 1.981, año en que este artista desaparece sin dejar rastro, pero todos los que tuvieron la oportunidad de conocerlo ya sea en la invención del director o en la vida real guardan la esperanza de que su espíritu de lucha siga rondando los rincones que siempre frecuentó para encontrarse con ese mundo posible por quién luchó.

¿Qué significa un hombre?, ese es tal vez el epicentro de su documental.

Las dualidades patéticas que maneja nuestro país, libertad de pensamiento, coartación del mismo, lo claro y lo oscuro de los sucesos mostrados al acomodo de la conveniencia, la verdad y la mentira, el rey y el bufón, las tendencias políticas.

A través de Pedro Manrique Figueroa, artista sin rostro, fantasmagórico más no temible, en sus viajes y vivencias nos muestra su deseo revolucionario por querer encontrar el cambio.

Para concluir y haciendo énfasis en los puntos confrontados en este escrito, necesariamente debo mencionar a Jürgen Habermas, donde nos habla de la Acción comunicativa y emancipación, dice claramente y nos expone: Las condiciones que hacen posible la comunicación entre dos seres humanos y que constituyen una especie de acuerdo tácito mutuo, son tres:

1.- Que lo que se afirma es a la vez inteligible y verdadero.
2.- Que si se habla en relación con las acciones, lo que se propone es correcto.
3.- Que lo que se ha propuesto es sincero, es decir, no obedece a intenciones ocultas.
Tales principios constituyen la condición de posibilidad para usar el lenguaje de manera correcta, es decir, un lenguaje orientado a un verdadero entendimiento entre los hombres.

LIDIA CORCIONE CRESCINI


JOHN JUNIELES NOS SORPRENDE Y NOS ATRAPA.

John Jairo Junieles, escritor joven, seleccionado para hacer parte de Bogotá 39, en Bogotá Capital Mundial del Libro y Hay festival 2007. Acaba de hacer el lanzamiento de su libro de cuentos “Con la luz que me queda basta”, nueva edición de Panamericana donde incluye ocho cuentos inéditos.
Junieles, antes que escritor es un monstruo devorador y no precisamente de galletas como el personaje de Plaza Sésamo sino de libros. Lector compulsivo, apasionado por las letras sin excluir su pasión arraigada por el cine. La lectura y el cine roban quizás gran parte de su tiempo, aunque él sin proponérselo con sus escritos atrapa a los lectores y a los críticos de la literatura invitándonos de alguna manera a degustar sus palabras que se elevan como barriletes en el mes de Agosto.
Algo caracteriza a Junieles, su sencillez como ser humano, el lenguaje entretejido en cada línea y los personajes hasta finalizar la historia.

Su procedencia, el haber nacido en Sincé (Sucre), lo hacen portador innato de su narrativa vivencial antes que nada, donde combina la añoranza, la fantasía y la perplejidad de una niñez que indudablemente marca su literatura fresca, descomplicada, con dejos de suspenso que lo enfrentan a los recuerdos que penden del lomo de una mariposa con alas irisadas bajo un sol ardiente o una noche oscura, frente a realidades crudas y aterradoras que vivimos a diario ante la sangre que corre por nuestra tierra y se conjuga con los ríos que clandestinamente lavan las culpas de los asesinos.

“Hombre viejo en un cuarto oscuro”, el primer relato de su libro en mención, vuelve a la casa de un pueblo con la memoria.
Las palabras habían estado esperando por años.
El personaje del abuelo, su voz, su mano apretada a la de él, lo mantienen alerta con las fervientes ganas de quedarse allí prendido y pregnado de ese ser sabio con piel surcada que delira y se debate entre el dolor por esos hombres que bajo la lluvia huyen de otros hombres, que matan, están enfermos, con palabras ponzoñosas por esas noticias que llegan desde lejos y los hacen enemigos mortales.

A la edad del personaje de la historia, éste creía firmemente en las ensoñaciones de su abuelo porque la realidad aún no lo ahogaba…
Cruda realidad la que vivimos… “El hombre es lobo para el hombre” (T. Hobbes), tal vez eso, era lo que el abuelo quería manifestarle, él sólo se limitaba a escucharlo boqui-abierto, con la ingenuidad de sus primeros años.

No podemos descifrar con precisión quién es Junieles, si es él mismo o es el otro que está en él o si son varios personajes los que habitan en su interior; cuando rescata el pasado que lo mantiene presente y avanza al futuro que lo mantiene en pasado, cuando evoca su orilla y cruza los ríos y vuelve la mirada a su interior bajo el espíritu de Santiago su hermano que muere a las pocas horas de haber nacido, siendo Santiago él mismo. Nos invita a reflexionar sobre el tiempo, lo que sucede atrás, lo que está por suceder o lo que sucedió.

“Lo que me parece claro y evidente afirma San Agustín, es que ni el futuro ni el pasado son impropiamente, pues, decimos: los tiempos son tres: pretérito, presente y futuro. Con mayor propiedad se diría acaso: los tiempos son tres: presente del pasado, presente del presente, presente del futuro. Estas tres modalidades están en el alma; en otra parte no las veo: memoria presente de lo pasado, intuición presente de lo presente, expectación presente de lo futuro.

El patio en la vida de Junieles jugó un papel trascendental, para él en su cuento “El naranjo”, era largo como un callejón al cielo. Había en ese patio muchos árboles, pero sobre todos esos guerreros de extensas jornadas de sol y lluvias esquivas, se destacaba un naranjo dulce, iluminado por una extraña luz como si el sol anidara sobre él.
Ese árbol tenía su historia, un niño que debía ser su hermano mayor, murió a las pocas horas de nacer porque el cordón umbilical lo traía enredado a su cuello, ese hermano jamás vio la claridad de un patio, ni vio la tierra sedienta tragarse las gotas de agua que se escurrían de la ropa acabada de lavar que colgaba de los alambres.
Conoció la historia por boca de su abuelo.

Se podría pensar como manifiesta el escritor en una de sus líneas “porque quizá yo no sería Santiago, si Santiago estuviera aquí”, y se pregunta quién habría sido él, si no hubiera sido él.

Echemos una mirada “El cuerpo es la cárcel del alma, cuando esa chatarra que la contiene muere, el alma empieza a flotar para llegar a su grado de purificación y perfección y cuando lo logra se introduce en otro cuerpo”. Seguramente Platón nos hablaba de la inmortalidad del alma, esa, la de Santiago la que vino a introducirse en el otro Santiago, él mismo, para que a través de ese nuevo cuerpo pudiera percibir todo lo que él siente, piensa y vive.

La atracción por el naranjo, su complicidad y calidez, aún antes de conocer la historia, es para ambos “ese cielo que flotaba arriba como un globo de cumpleaños”

“Un día de pesca”, otro de sus relatos nos enseña en las palabras de su abuelo como la pesca “es el arte del silencio y la paciencia”, por eso el abuelo y él se habían inventado un lenguaje del silencio y sin gestos y tactos.
Allí podía estar con su abuelo horas sin moverse y sentía que de él siempre podría aprender algo. Su relación con las cosas que lo rodeaban era armoniosa, el abuelo jamás gritaba por alegre, triste, enojado o borracho que estuviera.
“Lo bello produce alegría y agrado. Pero no todo lo que agrada y alegra puede considerarse como bello” Pulcra sunt quaeviso placent” (Son bellas las cosas que, vistas, agradan). (Tomás de Aquino).
El agrado es fruto de la belleza, no su causa y quizás Santiago al escuchar todo eso que le decía el abuelo lo hacía quedar inmerso en esa belleza espiritual, esa paz y ese sosiego que le trasmitía en cada palabra.
“Los gritos nunca son necesarios. El mejor cazador del reino animal es el silencio. Un grito es una ofensa contra uno mismo”. Esas palabras tan sutiles y sabias del abuelo envolvían a santiago en un mundo mágico y quizás utópico para ese ser especial en la vida de Santiago.

“Luces a lo lejos”, inevitablemente esas cosas ocultas que atan a algunos lugares, en el caso específico del personaje en el patio. El niño que fue se halla extraviado en un mundo raudo de horarios, autos y altas paredes, sus ojos se posan hoy sobre una pantalla de televisión y avisos y luces.

¿Tenía miedo Santiago?
¿Dejar todo atrás que sensación le produciría?
¿Enfrentarse a otro mundo siendo el mismo mundo donde los duendes de su fantasía posiblemente se convertirían en demonios?
Y no es que Santiago fuera pesimista, pero de alguna manera antes de llegar a la ciudad, un pensamiento le advertía que nada sería igual.

Santiago recuerda su intención dormida la de escapar algún día de casa, pero oyendo a Nazario comprendió que no estaba listo, que aún tenía que enfrentar muchas cosas para poder fumarse un tabaco en frente del mundo, pues de lo contrario, se pasaría la vida buscando rincones oscuros.
“¿De qué otro sitio ha tomado Dante la materia para su infierno, sino de nuestro mundo real? Y, sin embargo, llegó a conseguir un verdadero infierno. En cambio, cuando le llegó la tarea de describir el cielo y sus alegrías, se encontró con una dificultad insuperable, porque nuestro mundo no ofrece ningún tipo de material para ello” (Schopenhauer).

En su relato “Como paga el diablo a quien bien le sirve”, Nacho le cambió la vida, le enseñó la diferencia entre un infierno imaginario y uno verdadero: la realidad real. Le lavó la ingenuidad y puso malicia y tenacidad en sus acciones, pintó su mundo de un color intenso y mandó el azul celeste al desván del pasado.
Nacho era un verdadero bruto, capaz de arrebatarle al diablo su trinche y hundírselo en la espalda.

“Como una pelota de béisbol”, para un desengañado como él, la filosofía no aportaba mucho, era sólo una postura desde la cual se lanzan rayos de colores que no tienen efecto sobre la realidad, sino que la sobrevuelan como las golondrinas. Su pensamiento encaja en lo que dijo Kierkegaard “Lo que dicen los filósofos sobre la realidad es a menudo tan decepcionante como un cartel colocado en el escaparate de una tienda en la que se dice: Aquí se plancha ropa. Si llevas tu ropa para planchar, te llevarás un chasco, porque el cartel está a la venta”.

Lo narrado por Junieles, en su oficio de periodista, le dio también la oportunidad de descubrir casos extraños, en un mundo donde los seres de alguna manera somos “extraños”, ya que la mente humana es indescriptible, indescifrable y se anida como bandadas de pájaros que arremeten desafiando el viento en busca de su refugio.
En el caso de “Una voz al teléfono”, donde el asesino a través de sus llamadas en el programa “Veinte minutos para soñar”, su frase favorita era. “ya saben, deben levantar la cara para que no queden mal degollados”.

Su vida de transitar, sus amores imaginarios o reales, sin preguntas ni miedos, cuando probó por primera vez los labios de Nina, y a pesar del tiempo, ese tiempo inventado en sus días por esa chicha que vio alejarse en un autobús que luego descubre su expresión en las primeras sillas de un cine, acompañada de un viejo.

En su libro “Con la luz que me queda basta” donde el personaje odia muchas cosas de él mismo pero una especial que detesta aunque a veces le resulta conveniente para él: su manía de andar siempre entre dos aguas, de no concentrarse jamás en el presente porque su mente divaga en busca de otros mundos, como un pez que en su pecera sueña con el océano, lo podríamos encerrar el poema que Borges escribió:

DESCARTES

Soy el único hombre en la tierra y acaso no
hay tierra ni hombre.
Acaso un dios me engaña.
Acaso un dios me ha condenado al tiempo,
esa larga ilusión.
Sueño la luna y sueño mis ojos que perciben
la luna.
He soñado la tarde y la mañana del primer
día.
He soñado a Cartago y a las legiones que
desolaron Cartago.
He soñado a Lucano.
He soñado la colina del Gólgota y las cruces
de Roma.
He soñado la geometría.
He soñado el punto, la línea, el plano y el
volumen.
He soñado el amarillo, el azul y el rojo.
He soñado mi enfermiza niñez.
He soñado los mapas y los reinos y aquel duelo del alba.
He soñado el inconcebible dolor.
He soñado mi espada.
He soñado a Elizabeth de Bohemia.
He soñado la duda y la certidumbre.
He soñado el día de ayer.
Quizá no tuve ayer, quizá no he nacido.
Acaso sueño haber soñado.
Siento un poco de frío, un poco de miedo.
Sobre el Danubio está la noche.
Seguiré soñado a Descartes y a la fe de sus
padres.
Jorge Luis Borges (1989) La Cifra

Los dejo entonces con este abre-bocas de la obra de John Junieles “Con la luz que me queda basta”. Y los invito a leer sus historias porque de alguna manera se identifican con el vivir cotidiano de cada persona.