lunes, 26 de julio de 2010

QUE TE QUEDE CLARO:

“NADA SE SOBREENTIENDE”

El deber nos llama a todos sin excepción. Las vacaciones finiquitan. Nuevamente la tarjeta de registro marca la entrada y la salida.

Trabajar, trabajar y trabajar. “El deber te llama”.

“El ocio es la mamacita de todos los vicios…”, y yo aquí, con ganas de empezar.

Recibo una llamada, es mi hermana, me invita por una semana a Bogotá, mi hija ya entra a la Universidad, el día sigue caminando, no se detiene.

Todo es perfecto para mí, cambiaré de ambiente, cambiaré de clima, cambiaré de acento, aunque sigo siendo la misma: me levanto, los dos vasos de agua en ayuna me esperan, el cafecito mañanero me llama, la rutina es perfecta. Me acicalo, tengo bríos, me siento como una diosa mitológica, voy a retar los minutos, las horas. Viva la vida, estoy viva.

Todo listo, los tiquetes aéreos, salida a las 14:00 hrs, domingo, vuelo Avianca. Mi hija y yo arregladas.

Mi hermano nos va a recibir en el aeropuerto, verificamos el número de vuelo… ¡Hay un error!, ¡Algo extraño ha sucedió! ¡Encontramos un error!, son dos números de vuelo diferentes: misma aerolínea, misma hora, misma fecha.

Llamo a la línea 1-8000, efectivamente, nada que hacer, los vuelos tetiados, rellenos, embuchados. No se puede hacer nada, hay que seguir el rumbo. ¡Son dos vuelos a la misma hora! Escucho la voz de mi vecina, si sucedió así es por algo. Vuelve y juega eso de las supersticiones. Nada que hacer. Vivimos en un país que cree en agueros, jaja.

Aquí estoy, en la nevera. Abrigada como un esquimal. Riéndome de todo y de nada.

Concluyo: No todo lo obvio es lo lógico.

Esas son las cosas del lenguaje, de la comunicación, del habla. A veces todo parece perfecto, aclarado.

Me queda de experiencia: verificar antes de decir: Obvio. Estoy segura.



¿TE HA PASADO ALGUNA VEZ?
¿N.N?
ASÍ, TAL CUAL.
Cada vez que miro mi cédula de ciudadanía o documento de identidad, me repito como cotorra mojada: “Se busca, se busca”.

Suelto la carcajada e inmediatamente escucho un eco sórdido retumbar en mis oídos: “Quedaste inmunda, esa no eres tu, ja ja ja ja ja..."

Evoco las películas de vaqueros, no me perdía ninguna: en cada poste, aparecía la cara del bandido más buscado: “I WANTED”, recompensa US $ 500.oo (en aquella época eso era una millonada).

Empiezo a explorar mi foto y me veo con la boca torcida, una oreja más grande que la otra, un peinado adolescente que depende de la época, los labios como pantuflas después de un año de uso.

Me pregunto si algo tan personal como lo es la cédula y esa foto clandestina tiene que ver con ego, vanidad, autoestima o gadejo.

No seamos tan pendejos, a ¿ quién carajo le importa mi foto?
¿A quién carajo le importa mi edad?
Cuando alguien me aborda incisivamente: -¿Cuántos años tienes?-, yo les respondo con una mueca y le pelo uno de mis caninos: -¿Cuántos te sirven?-"Los que tu creas que tengo" y la compongo con una sonrisa.
Este documento que te identifica, es fiel copia de tu fisonomía, y permanece obligatoriamente en tu cartera recordándote la importancia que tiene, de lo contrario pasas a ser un "N.N", y no puedes realizar ninguna transacción, ni hacer nada de nada.

¿NOMBRE DE LA OBRA?

PRIMER ACTO: (Petrificación)

Mire al frente, no se sonría, quítese lo aretes, échese el cabello hacia atrás, deje las orejas al descubierto, quédese rígido…

SEGUNDO ACTO: (Un extraterrestre está de visita)

Un rostro en tercera dimensión, pálido, inmerso en la perspectiva de un niño de cinco años de edad, la mirada fría, el cráneo cónico, los ojos saltones.

TERCER ACTO:

Prohibido el photoshop.

NOMBRE DE LA OBRA:
CUALQUIER PARECIDO NADA TIENE QUE VER CON LA REALIDAD.
NOTA: Gracias a Dios a mi nadie me busca, ni piden recompensa.
¿ Quién tiene la culpa de este hecho?
La foto de mi cédula.