DEMOCRACIA DOMINGUERA
Jurado de votación, mesa 003, Centro Comercial Bocagrandre, primer piso, domingo 30 de Mayo de 2.010, a la espera de los resultados de la primera vuelta, para elegir a dos candidatos posibles para ejercer el cargo de Presidente de Colombia, ahí estaba yo, lista a las siete de la mañana, pidiendo a Dios para que todo se diera en total calma en nuestro país.
El sol con su boca abierta, rugía desde las cinco y treinta de la mañana, como un león obstinado, marcando su territorio, las olas del mar golpeaban fuertemente las rocas del malecón, la ola verde anunciaba un cambio de clima, las voces de muchos colombianos esparcían el polen de los girasoles con el firme deseo de que el olor de la brisa tuviera fragancia floral…
El hastío, desazón, la falta de confianza, el olor a carne de cerdo sin refrigeración después de una semana, la inseguridad, la desmesura, la indiferencia, las injusticias sociales, se discutían acaloradamente y las gentes, abogando por el uno o por el otro, eso sí, democráticamente. Mucho respeto pude ver en los ciudadanos.
¡Democracia! ¡Esa es la democracia! ¡Viva la democracia!
Les confieso que mi preocupación más grande era ¿en dónde iba a hacer “pis” cuándo las ganas se presentaran? ¿Habría baños? Mi amigo Diego Garcés, se reía el día anterior porque de manera seria se lo pregunté.
La democracia y servirle al país no tiene nada que ver con las necesidades fisiológicas y yo sentí calor, hambre, ganas de hacer pis, de bostezar, de hacer la siesta, de comerme un delicioso helado de chocolate, no creo que eso me convierta en apátrida, quejetas o indiferente, todo lo contrario, los jurados deberíamos ser tratados como lo merece cualquier ciudadano en nuestra Colombia: ambientes agradables, confortables, sanos, adecuados para el mejor funcionamiento del ser humano. Pero bueno, Colombia está llena de cheveridad y folclor, aquí las vainas funcionan así, o lo tomas o lo dejas, porque dejar de asistir a la citación emitida por la Registraduría Nacional, te traería grandes sanciones.
Listos los formularios, tarjetones, urna y documentación necesarios para empezar a ejercer el oficio de jurado de votación, nos reunimos los seis elegidos en la mesa. Gente agradable, que asumieron el papel de manera seria.
Abrimos el listado, la numeración de las cédulas comenzaban con la cantidad de 7.001.432, a lo que, inmediatamente, dijo uno de los jurados: -son sólo hombres los que vendrán a votar a esta mesa y además vicarios-. Jocosamente le contesté: -ojalá no se presenten algunas mujeres-, mi intervención fue con doble sentido.
A las ocho en punto, una vez iniciada la jornada al público, estaba el primer caballero, con cédula en mano, vestido de lino blanco, calzando zapatos de color blanco, oliendo a la tradicional colonia Roger Gallet, listo para depositar su tarjetón en la urna.
En Cartagena, estos chicos de 70 años en adelante suelen vestirse de manera impecable: son todos unos galanes como el fallecido Clark Gable, cuando protagonizó “Lo que el viento se llevó”. ¡Divinos!, inspiran respeto, ternura, sabiduría. Los señores de antes no pierden sus costumbres de pulcritud.
En repetidas ocasiones me tocó sugerirles que por favor se acercaran al cubículo a marcar su tarjetón ya que el voto era privado. -Por lo mismo- me contestaron algunos, esta es la democracia y yo voy a votar por Santos, así que puedo hacerlo aquí en la mesa. Finalmente convencidos muchos con su bastón acompañante accedían de manera respetuosa y marcaron su tarjetón en el cubículo. Otros decían votaré por Vargas Lleras, muchos por Mockus y otros por Petro.
Más tarde, mi preocupación del día anterior. Me estaba haciendo “pis”, “chichí”, mejor dicho me estaba orinando. Alguien me indicó que justo en frente en la pared dónde había dos hojas tamaño carta pegadas a la pared decía: Baños: Mujeres y hombres. Era un baño comunitario, para ambos sexos. Entré porque me estaba reventando, mi vejiga había hecho lo humanamente posible por aguantar. ¡Sorpresa!, baños con pisos cerveceros o lo que es lo mismo chorreados de meado hasta lo máximo. Bueno, a lo hecho, pecho y sin derecho a chistar. Cuando salí del water, me encuentro una cola para lo mismo, un señor se acerca a los letreros a leer y le dije: -¿cree que están regalando algo?- me miró rayado como dicen los pelados de hoy, no le gustó la broma, seguramente estaba que se explotaba.
Volví a la mesa y justo en ese momento llegan a votar dos señores que tenían ademanes y voz de señoras, seguidamente le dije a mí compañero de mesa: -¿viste? No sólo son hombres los que vienen a votar a esta mesa, nos sonreímos. Ante una jornada dispendiosa, tenía el derecho y el deber de romper el hielo, aunque fuese con chistes pendejos.
Los emparedados que tenía en mi mochila parecían recién salidos del horno, el queso se había derretido envolviendo las tajadas de pan, así sería la temperatura ambiental. ¡Qué calor tan irrespetuoso!
Terminé saliendo en el primer turno de tres jurados para el descanso de una hora. Los emparedados en mi mochila muertos de la risa y yo en Mac Donals, con mis amigas y compañeras de trabajo, Hilda, Sofía y Merce, ellas su Big hamburger y yo, con una ensalada gourmet, porque el pan blanco se me devuelve. La ensalada un fiasco, pero para no lamentarme porque aun el camino era largo, me devoré un Sundae de caramelo o lo que es lo mismo, un helado de vainilla de máquina, chorreado con mucho caramelo. ¡Ummmm!, me supo a democracia.
Retorné a la mesa a seguir estampando mi firma en la parte de atrás del tarjetón.
Los testigos del profesor Mockus, asignados por la Registraduría, permanecían ahí, al pie del cañón, vigilantes como la guardia inglesa. Los agentes de policía muy juiciosos con su uniforme y su bolillo, como los soldaditos de plomo y, nosotros, los jurados de la mesa 003, culminamos a las cuatro en punto, cuando fuimos alertados por un pito de que la jornada había terminado.
Todos Los jurados de las mesas, empezaron a aplaudir, la verdad es que no entiendo por qué lo hicieron, quizás para liberar tensiones o dolores lumbares.
A mí me dolía desde el axis hasta el coxis y las piernas me chirriaban. Para la próxima que es en Junio, estaré pendiente de llevar tres en uno para lubricar mis articulaciones, una mica o bacinilla de peltre colgada al hombro, el paraguas de Tola y Maruja, un cojín para amortiguar mis gluteos y un abanico de manos para lograr un mejor confort.
No les cuento los resultados de mi mesa porque son privados. Lo que sí les puedo contar es que fue una jornada agotadora.
Libertad y orden. Viva la decromacia o decromáticamente hablando como decía aquel protagonista en una novela.
Definitivamente me encanta! miss aunque no lo crea usted es mi ejemplo a seguir me encanta como escribe, y espero algún día escribir como usted! De lo mejor una crónica de las elecciones cada vez que entro a este blog me muero de la risa. Jajaja la quiero mucho …
ResponderEliminarMaria Angelica Vargas 11