¿QUIERES SER MI NOVIA?
¡Cómo cambian los tiempos! Debe ser por aquello de la evolución del hombre, el avance de la ciencia, los descubrimientos genéticos y el boom hormonal, o mejor, el aceleramiento de las hormonas.
¿Quieres ser mi novia? Abordaba así el chico, que después de rondar por muchos meses a la buena moza de cara pecosa y vestido vaporoso o la niña de bucles negro brillante, tenía la osadía de hacerle semejante propuesta. La chica, ladeando su cabeza y espabilando como si tuviera un tic nervioso, ruborizada y suspirando profundamente, tapaba su boca con las manos, y daba por respuesta:”déjame pensarlo”; a su vez, el joven agregaba:- “está bien, te doy un mes para que lo pienses”, y dando la vuelta, se marchaba pisando fuerte y no se volvían a ver hasta la fecha señalada. ¿Y qué decir del chico parado en la esquina, silbando desprevenido con las manos en los bolsillos para ver a qué chica podía conquistar? ¿Y de aquellos que encendían un cigarrillo para verse más varoniles?
Obtenido el sí, tan esperado, venía el coqueteo, las agarradas de mano y unos besos robados. (Quién me lea, creerá que me copié de Corin Tellado), pero todos sabemos que así era.
El noviazgo era considerado como un período importante de enamoramiento, conocimiento y preparación para una relación fuerte y definitiva que se sellaba en el matrimonio. Hoy la experiencia ha cambiado de una manera contundente, sobre todo, en la forma y metodología. Un noviazgo que se está implantando, marcado por un exceso de libertinaje y más preocupante aún, una falta de compromiso, permitiendo constantemente que tanto el hombre como la mujer, hagan “un pare” en sus relaciones, con el fin de considerar la conveniencia o no..., entonces aparece la manipulación al pretendido, se usa como objeto útil de bajos instintos, se le considera como “un levante” más, para calmar despechos pasajeros.
Es importante considerar y evaluar como se asume esta época del noviazgo, porque toca los sentimientos profundos y una traición o engaño, por llamarlo de alguna manera, causa heridas profundas y esto puede llevar a no confiar en los demás y lo que sería fatal a no creer en el amor.
Es que todo lo que se vivía en otrora tenía un matiz mágico (aunque, hombres con dos caras y mujeres frívolas, han existido desde la antigüedad).
Cuando un chico y una chica se gustaban y pasaban cerca, típicamente se caía un lápiz o un cuaderno, un pie se tropezaba con algo y la saliva se atragantaba, el cuerpo parecía se iba a escurrir de la ropa (sé que en este instante, muchos estarán evocando ese momento), y, aunque parezca anticuado, arcaico o ancestral, como dicen los muchachos de hoy, muchos quizás darían lo que fuera por experimentar esas vivencias narradas por sus padres.
El término novio(a), ya no existe, pero tiene muchos sinónimos: “Entrega inmediata”, “comida rápida”, “servicio a domicilio”, “amigobia(o)”, “amigos con derecho”, “el cuadre”, “amigo especial”, y en el último de los casos “ya eso ni se usa”.
He de suponer, que por eso, los fracasos se dan uno detrás de otro y un(a) joven de 17 años, ya carga consigo la dolorosa secuela del sufrimiento y decepción por las incontables rupturas que ha venido padeciendo desde la edad de los 12 años.
Pienso que esta juventud, llena de rebeldía, tiene una actitud natural frente a una sociedad injusta, hipócrita y dominante. Además ¿por qué a la mujer se le ha maltratado a través de la historia? ¿Por qué se le han cargado las más pesadas obligaciones?
No hay comentarios:
Publicar un comentario