miércoles, 10 de noviembre de 2010

martes, 28 de septiembre de 2010

MIS LETANÍAS


SE BUSCA...


¿Te le mides?


OBSERVACIÓN: Esta petición es muy delicada.

Se busca urgentemente para liderar a un pueblo un hombre o una mujer que maximice su conciencia en bien de la ciudadanía y minimice la pobreza, el analfabetismo, el abuso de menores, la pornografía infantil, la escasez de centros hospitalarios, la erradicación del mototaxismo, vendedores ambulantes, cráteres de las calles, mendicidad, suciedad, injusticia social, basuras, inseguridad, indiferencia.

Un hombre o una mujer que tenga algo de la Madre Teresa de Calcuta (que renuncie a los votos de enriquecimiento ilícito con el mitimiteo y se comprometa sin miramientos a sacar a flote a la ciudad; ese alguien debe tener un poco de Gandhi, luchar por sus ideales con firmeza como un buen líder “digno de imitar y aclamar”; alguien que cuando se siente en el trono, cargue consigo toda la sabiduría del rey Salomón, tenga el puño efectivo como Mano de piedra Durán, para mandar a la lona a todos esos contratos, acuerdos, actos que, desfavorezcan o vayan en detrimento de los intereses de todo un pueblo. Qué no pase por encima de la ciudadanía a pesar de las diarias quejas (en los medios de comunicación), que tenga claro que la época de la inquisición pasó a la historia hace rato, aunque las torturas a las que nos vemos sometidos son peores que las de aquellas épocas.

Ese alguien con todos sus camaradas (curules), deben tener una hoja de vida impecable, libre de vicios del consentimiento, libre de ataduras (favores por devolver), que sus votos se los gane a pulso en las batallas de la vida, de la verdad, de la realidad palpable, esta que nos está doliendo a todos y cada uno de los habitantes de esta bella tierra a punto de convertirse en pocilga.

No es requisito indispensable que ese hombre o mujer tenga elocuencia y verborrea para convencer a un pueblo oprimido que de tanto esperar la luz, que brille para todos, se agarra de cualquier asidero obnubilado de fanfarronería (y vuelve y juega), puede ser hasta mudo, pero eso sí, que sus actos, obras, habilidades, sean concretas, determinantes, efectivas para el desarrollo y que todos quedemos conformes con el progreso y de esa manera sentirnos satisfechos de haber pagado esa suma descomunal del impuesto predial.
Hago un llamado, no sólo a los jóvenes, quienes deberán tener un compromiso muy importante: hacerse escuchar de una manera masiva, apartados de tanta politiquería y corrupción por la que a través de tantos años hemos soportado con desfachatez, el uso y el abuso de muchos dirigentes que se pasean por la vida sin importarles si las cosas se dan o no se dan y después campantes en sus camperos, se desplazan por el mismo suelo con la cabeza erguida y el cuello estirado, sin mirar atrás, aunque hayan dejado la ciudad lavada con orines y el hollín tragándosela.

Estoy convencida de que candidatos que llenen estos requisitos, acompañados de ganas, verraquera, honestidad, transparencia y sentido común, los hay en buena cantidad, es por ello que los invito a que, sin miedo se postulen para derrumbar de una vez por todas esos íconos de barro que con sus mañas nos han convertido en unos títeres del sistema imperante.

La sabiduría grita por las calles, levanta su voz en las plazas. Presenta su llamado en las encrucijadas, pronuncia su mensaje en las puertas de la ciudad: ¿Por cuánto tiempo más, gente insignificante, preferirán sus estupideces? ¿Hasta cuándo los burlones se entretendrán con sus mofas y la gente estúpida se negará a saber? (Prov: Cap 1, V 20-22).


MIS LETANÍAS
Con mi camándula en la mano, acariciando una a una sus chaquiras, en cada decena de Ave Marías y en cada misterio, ya sea glorioso, gozoso o doloroso, elevo mis ojos abiertos, orando con persistencia, rogando a la Virgen y a su hijo, para que esta procesión en la que se han convertido los problemas latentes de mi país nos lleve de alguna manera, si no a la felicidad, a lograr un vivir más digno en esos programas de gobierno, que todos prometen y, al momento de la verdad, la corrupción los dilata.

Atractivos postulados, codiciados por un pueblo que ya no sabe ni dónde meter mano para encontrar un respiro y un mejor vivir.

Me preocupa el hecho, de que si en verdad se está convencido de los argumentos que se pregonan y por los que abogan, no entiendo el por qué ante una situación tan seria y comprometida, como lo es el lanzarse a una candidatura (de cualquier índole), en pos de velar y resguardar los intereses comunes, apartando el interés individual, de un día para otro, se cambien las ideas, como cambiarse de calcetines y estrenar zapatos de una manera folclórica. Muchos de los candidatos en el mundo político, con su elocuencia, llegan cargados con contenedores de 40 pies, trayendo soluciones, luego, en un abrir y cerrar de boca, cuando están montados en el potro, cambian de manera mágica.

¡Quién los entiende!

¿A quién creerle?

¿En dónde quedan sus propuestas y ese ánimo de precursores que los indujo a esos fines?

¿Acaso la necesidad de nuestro país, no es la que todos conocemos, sin importar el color o el nombre del partido?

Si fuesen consecuentes con sus palabras y planes a ejecutar, entonces, palabras más, palabras menos, todos tendrían que desarrollar las mismas estrategias, porque el problema no es de partidos; Colombia es una sola, hay que sacarla adelante, con un compromiso serio, llámense como se quieran llamar los partidos, porque los problemas están a la vista y cualquiera que se postule, debe estar convencido de que la lucha es para Colombia y, para todos los que la habitan.

Concluido el manoseo de mi rosario, doy inicio a las letanías, de esas promesas a ejecutar:

1-Por la construcción de un modelo económico que garantice la justicia social: ¡Señor, ten piedad y que sea verdad!

2–Por las garantías políticas, económicas sociales y culturales: ¡Señor, ten piedad y que sea verdad!

3– Por un estado social de derecho: ¡Elegido, ten piedad!

4-Por el merecimiento de un mejor vivir (casita, salud, educación, etc.): ¡Elegido, ten piedad y que sea verdad!

5–Por canalizar mejor los recursos: ¡Elegido, ten piedad y que sea verdad!

6–Por la cultura de honestidad: ¡Hombres y elegidos, tengan misericordia!

7–Para que acabe la corrupción: ¡Señor, Señor, ten piedad, te lo pido, por favor!

8–Por erradicar la pobreza: ¡Ambicioso, ten piedad, por caridad!

9–Por una ética transparente en el desarrollo de las funciones: ¡Aristóteles, recuérdales de la ética y Señor, ten piedad!

10–Por el NO a la política del conflicto social armado: ¡Líbranos, Señor, de todo mal y ten piedad!

11–Por la recuperación del campo: ¡Bendito Señor, fuente de vida, ten piedad!

12-Para que acabe la violación de los derechos humanos: ¡Cristo ten misericordia!

13.-Por ver sonreír a más niños: ¡Bendito Dios, hágase tu voluntad!

Y de todas las demás letanías que carecen de compromiso real: líbranos Señor, para que seamos dignos de alcanzar los cargos a ocupar y las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. ¡Amén!.



lunes, 26 de julio de 2010

QUE TE QUEDE CLARO:

“NADA SE SOBREENTIENDE”

El deber nos llama a todos sin excepción. Las vacaciones finiquitan. Nuevamente la tarjeta de registro marca la entrada y la salida.

Trabajar, trabajar y trabajar. “El deber te llama”.

“El ocio es la mamacita de todos los vicios…”, y yo aquí, con ganas de empezar.

Recibo una llamada, es mi hermana, me invita por una semana a Bogotá, mi hija ya entra a la Universidad, el día sigue caminando, no se detiene.

Todo es perfecto para mí, cambiaré de ambiente, cambiaré de clima, cambiaré de acento, aunque sigo siendo la misma: me levanto, los dos vasos de agua en ayuna me esperan, el cafecito mañanero me llama, la rutina es perfecta. Me acicalo, tengo bríos, me siento como una diosa mitológica, voy a retar los minutos, las horas. Viva la vida, estoy viva.

Todo listo, los tiquetes aéreos, salida a las 14:00 hrs, domingo, vuelo Avianca. Mi hija y yo arregladas.

Mi hermano nos va a recibir en el aeropuerto, verificamos el número de vuelo… ¡Hay un error!, ¡Algo extraño ha sucedió! ¡Encontramos un error!, son dos números de vuelo diferentes: misma aerolínea, misma hora, misma fecha.

Llamo a la línea 1-8000, efectivamente, nada que hacer, los vuelos tetiados, rellenos, embuchados. No se puede hacer nada, hay que seguir el rumbo. ¡Son dos vuelos a la misma hora! Escucho la voz de mi vecina, si sucedió así es por algo. Vuelve y juega eso de las supersticiones. Nada que hacer. Vivimos en un país que cree en agueros, jaja.

Aquí estoy, en la nevera. Abrigada como un esquimal. Riéndome de todo y de nada.

Concluyo: No todo lo obvio es lo lógico.

Esas son las cosas del lenguaje, de la comunicación, del habla. A veces todo parece perfecto, aclarado.

Me queda de experiencia: verificar antes de decir: Obvio. Estoy segura.



¿TE HA PASADO ALGUNA VEZ?
¿N.N?
ASÍ, TAL CUAL.
Cada vez que miro mi cédula de ciudadanía o documento de identidad, me repito como cotorra mojada: “Se busca, se busca”.

Suelto la carcajada e inmediatamente escucho un eco sórdido retumbar en mis oídos: “Quedaste inmunda, esa no eres tu, ja ja ja ja ja..."

Evoco las películas de vaqueros, no me perdía ninguna: en cada poste, aparecía la cara del bandido más buscado: “I WANTED”, recompensa US $ 500.oo (en aquella época eso era una millonada).

Empiezo a explorar mi foto y me veo con la boca torcida, una oreja más grande que la otra, un peinado adolescente que depende de la época, los labios como pantuflas después de un año de uso.

Me pregunto si algo tan personal como lo es la cédula y esa foto clandestina tiene que ver con ego, vanidad, autoestima o gadejo.

No seamos tan pendejos, a ¿ quién carajo le importa mi foto?
¿A quién carajo le importa mi edad?
Cuando alguien me aborda incisivamente: -¿Cuántos años tienes?-, yo les respondo con una mueca y le pelo uno de mis caninos: -¿Cuántos te sirven?-"Los que tu creas que tengo" y la compongo con una sonrisa.
Este documento que te identifica, es fiel copia de tu fisonomía, y permanece obligatoriamente en tu cartera recordándote la importancia que tiene, de lo contrario pasas a ser un "N.N", y no puedes realizar ninguna transacción, ni hacer nada de nada.

¿NOMBRE DE LA OBRA?

PRIMER ACTO: (Petrificación)

Mire al frente, no se sonría, quítese lo aretes, échese el cabello hacia atrás, deje las orejas al descubierto, quédese rígido…

SEGUNDO ACTO: (Un extraterrestre está de visita)

Un rostro en tercera dimensión, pálido, inmerso en la perspectiva de un niño de cinco años de edad, la mirada fría, el cráneo cónico, los ojos saltones.

TERCER ACTO:

Prohibido el photoshop.

NOMBRE DE LA OBRA:
CUALQUIER PARECIDO NADA TIENE QUE VER CON LA REALIDAD.
NOTA: Gracias a Dios a mi nadie me busca, ni piden recompensa.
¿ Quién tiene la culpa de este hecho?
La foto de mi cédula.



sábado, 17 de julio de 2010

AQUELLOS JUEGOS DE LA INFANCIA


“...Estaba la Marisola, sentada en su vergel, abriendo una rosa y cerrando un clavel, quién es esa gente, que pasa por aquí, ni de día, ni de noche, me dejan dormir...”.

Escuché, extrañada (es raro en esta época ver ese espectáculo, tan maravilloso), en una de esas tardes, en que caminaba por el paseo peatonal, cantar a una niña, que, con ingenuidad y cierta picardía, asía su falda por uno de sus lados, moviendo su cuerpecito de un lado a otro, sostenido, en sus zapatillas de ballet. Desde ese instante en un recorrido de dos Km., ida y regreso hasta mi casa, pude evocar con nostalgia y añoranza, los juegos de la infancia. Y llegó hasta mi mente la película: -Antón, Antón pirulero que cada cual entienda su juego, el que no lo entienda, pagará una prenda.../. OA, sin moverme, sin reírme, muda, a la mano, al pie.../. La sortija tija tija, la sortija tija tija.../. El puente está quebrado, quién lo compondrá, con cáscaras de huevo.../. De la Habana viene un barco, cargado de.../. Chupaté te té, patiná na ná, una niña en Paris, se cayó, se resbaló y en la punta de la cola se golpeó.../. Que pase el rey que quiera pasar, el hijo del conde se queda atrás.../. Oh, oh, tambor, materile rile oh, que venéis a buscar, materile rile oh.../. Dónde va mi pobre coja, renunflí, renunflá, dónde va mi pobre coja, renunflí zigzag.../. Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está: -¿El lobo estáaa? -Se estáaaa poniendo los pantalonessss.../. La peregrina. El velillo. La bolita de uñita.

¡Qué juegos aquellos!, formaban parte de una infancia ingeniosa , creativa, vertiginosa, libre de temores y aspavientos, en donde los sueños, como cascabeles emitían carcajadas sonoras y hablaban por sí solos, volando de un lado a otro, como aquella mariposa vagarosa que andaba de rosa en rosa.

Todo eso ha desaparecido, dándole cabida a otros juegos; juegos peligrosos, en dónde no hay infancia y en dónde el futuro cada vez se hace más incierto. Juegos de adultos que involucran niños, que revertidos de furia, agresividad, maldad y turbulencia, han acabado con los sueños infantiles y con esas dulces historias para contar: comercio de cuerpos, sangre, mutilación, destrucción y muerte, es la real y cierta historia, que existe para contar.

La situación del país es tan caótica, esquizofrénica y grave: en la política, economía, justicia social, que, de manera sectoriataria y aislada, entiende su juego, sin pagar prenda. Se vive con el temor de ser emboscados, con cualquier acto hostil, y nos quedamos sin movernos, sin reírnos, mudos y maniatados. Algunos llevan la sortija tija tija y nos quiebran las ilusiones, para alcanzar un mejor futuro, que cada vez más, se desliza, como la arena entre los dedos.

¿Quién lo compondrá? ¿Con cáscaras de huevo? ¿Qué es lo que se busca?, renunflí, renunflá, con esas minas quiebrapatas, zigzagueantes, macabras, deplorables y sin sentido.

¿Por qué los lobos no muestran su cara en esta peregrinación hacia el calvario? ¿Y ahora con qué nos sorprenderán?

Tal vez, como muchos, y con nostalgia, me quedaré impregnada de aquellos juegos de la infancia y le pido a Dios, que esos juegos de guerra, no nos sean indiferentes, para que la resaca de la muerte no nos encuentre vacíos y solos sin haber hecho lo suficiente y que día a día, hagamos que los niños del mundo (eso incluye a nuestros hijos), puedan gozar de esa etapa, con las manos abiertas y el corazón libre, para sonreír.


PESADILLAAAA

En estos días la empleada de mi vecina le tocó montarse en dos busetas, desde donde trabaja hasta el otro extremo de la ciudad; salió muy arreglada, perfumada con “menticol”, para refrescarse, oler sabroso y así espantar los malos olores que se sienten en los buses y busetas, por aquello de que se pega, se pega. Rellenos de tal forma que la gente parece una chorrera de butifarras o chorizos.

¡Que enredo y que lío tan ¿inexplicable?!

La escuché hablar tan agitadamente que me di a la tarea de embarcarme en una buseta para ver hasta que punto ella decía la verdad.

Pienso que cualquier servicio es “un servicio” y si se paga por él, debe ser prestado en condiciones optimas para que el usuario dignamente reciba el trato que se merece.

Y aquí voy: Tres busetas en la esquina de un paradero una detrás de otra esperando a que San Juan lo agachara, los choferes en tertulia de carril a carril, el que está estacionado con el que viene, formando un embrollo y un caos tal que se empiezan a escuchar madrazos y la pitadera de los carros es estridente.

El conductor como si nada, con su nadadito de perro hace las veces de fantasmita porque parece ser que a él no le están hablando. Todo le resbala y muestra su sonrisa destentada en son de sabrosura. (Todavía no hemos arrancado, ¿qué tal esa?). ¿Idiosincrasia costeña?

Por fin, la partida: el chofer casi descamisado por ese vapor que genera esa olla pitadora, su ayudante quién recibe el billete, la novia del chofer en el asiento lateral, la estatua de la Virgencita del Carmen (que no puede faltar). Avanzados cuatro metros la primera parada: ¡Oye, Tuchín, un tinto ahí! Lo paga, se acomoda el minivaso con toda la cheveridad del caso para no quemarse ya que el tinto del Tuchín requema los dedos, lleva el manubrio con la mano izquierda mientras toma el tintacho con la derecha.

Los colgandejos sonando como cascabeles en cuna de niños, las borlas tejidas bamboleándose de tal forma me estaban hipnotizando, la carcacha de caja (traqueaba y hacía un ruido espantoso), la barra de cambios siempre en segunda a paso de tortuga mientras va haciéndose el embutido; lo más desastroso fue el tener que aguantarme a todo timbal la emisora que llevaba puesta. ¿Se imaginan cuáles eran las melodías? Reggeaton, champeta, vallenatos. Después el chofer como iba contra el tiempo (contra reloj), le mete su chancleta al acelerador hasta el fondo, parecíamos un volador en plena Navidad.... ¡Ese paseito es para los verracos!

¡Parada!, ¡parada!, ¡señor! en la esquina por favor y se siente el frenazo porque la esquina ya se la había pasado y los que iban de pies ni para aquí ni para allá, haciendo la ola involuntariamente.

Por supuesto esto parece más una broma, una quijotada que un servicio de transporte. Lo peor es cuando llegamos al semáforo de la tercera en Bocagrande frente al supermercado. Seis busetas en fila, la pitadera, la fumarola tóxica, el semáforo cambia hasta dos y tres veces, una de las busetas se traga la cebra, el peatón discute, el chofer blasfema, los vendedores de agua pregonan su producto y los mototaxistas como abejas invaden en medio segundo los lados y el centro de la calle. Esto es de película: Contaminación visual, auditiva y ambiental.

Es inconcebible que estas cosas sucedan en una ciudad con tan pocos habitantes. ¿Qué nos pasa?



miércoles, 14 de julio de 2010

¿Y…

CUÁL ES TU PRETEXTO?

Me levanto de la cama feliz por despertar de nuevo y estar otra vez con los ojos abiertos o mi mascota. Un día más con mis bichos. Las personas también se levantarán para ir a trabajar. Tengo espacios de soledad, espacios de compañía. Tengo personas a quién amo. Leo, escribo, me río, lloro.

El mar me saluda con el golpe de la ola mientras el cielo me anuncia que el día va a ser muy caluroso. Quien está en paz consigo mismo lo tiene todo, todo lo demás es accesorio.

Tenemos el cielo, los pájaros, los peces, la libélula, la mariposa, la hormiga, y en las flores que adornan la casa podemos ver el milagro de la vida y la tranquila aceptación de la muerte.

¿Qué es todo y qué es nada?

Que es todo, el todo es la nada y a la inversa. Nacemos poseyendo todo cuanto necesitamos, el amor; lo demás viene por añadidura, no importa si es abundante o escaso.

Nacemos sin nada, desnudos, sin ropa y tratamos de vestirnos a cada paso que la vida nos brinda y aún así nos sentimos desnudos. Pero la humanidad lo estropea con sus ansías de vestirse constantemente con lo material, con aquello que está de paso, con todo lo que es efímero, cuando la eternidad esta en nosotros en el mero hecho de nacer, pues ese acto tan maravilloso nos llena del todo.

Qué es lo que realmente busca el ser humano para sentirse satisfecho.

El ser humano busca cualquier cosa que sea efímera para sentirse satisfecho, pero cuando lo posee, vuelve a estar insatisfecho, es la rueda que gira sin parar. El ser humano ha perdido su parte espiritual, para dar paso a lo más primitivo al acto de posesión, casi por instinto, casi por un acto reflejo de supervivencia...es erróneo, pero así caminamos, salvo algunas excepciones. Nunca hay que generalizar.

La posesión ese mero acto tan primitivo que nos traslada a la envidia, a los celos, etc. y, al acto de estar siempre insatisfechos.

Si miramos a nuestro alrededor, robos, delincuencia, Latinoamérica con sus fracasos económicos, guerras pasadas y presentes, y, en algunos países la pobreza extrema, el analfabetismo, y todo lo que conocemos de manera trillada.

En clase de ética se habla de Talar Valores y hacemos referencia a los

cuatro elementos de la naturaleza en donde se encuentra por ejemplo ese árbol que nos rodea, ese árbol que es también manifestación de la vida...

El árbol llora cuando cae. No sólo hace ruido, gime, no importa si es en silencio, si es escuchado, si es visto. Siente al igual que todas las criaturas de la naturaleza.

Nosotros con nuestra indiferencia vemos a muchos árboles caer a nuestro alrededor y no nos inmutamos, ni siquiera lo sentimos.

Un niño mendigando un pedazo de pan, un anciano de mirada cabizbaja porque los años le han sacado ventaja, un desplazado, una mujer acabando de dar a luz, un amigo que te necesita y estás ausente, una guerra sin sentido, una pobreza absurda, un egoísmo marcado, un ir y venir lleno de odios, una humanidad a la que nada le sacia.

Talar valores, lo hacemos diariamente y cada vez en esta postmodernidad nos hemos dejado atrapar por lo superfluo, por lo sin importancia, dejando de lado lo que verdaderamente cuenta: escuchar al prójimo, al que está cerca, al que nos suplica una sonrisa, una palabra.

¿Qué buscamos realmente?



SUEÑOS DE UN MUNDO EBRIO

El día se asoma a mi ventana y los sueños se entretejen con la realidad y, con eso nos topamos a diario y los sueños, sueños son.

Dicen que soñar no cuesta nada pero soñar realidades tiene un costo muy elevado.

Sueña el cantor para que su voz mitigue el estallido de las bombas y misiles, sueña el poeta para que sus metáforas se hamaquen bajo la brisa de una tarde en primavera, sueña el pobre para que su hambre y desazón disminuyan y den cabida a sus manos para acariciar en vez de pedir, renegar y golpear, sueña el niño para que su sonrisa se columpie en el árbol de la ingenuidad y sus días sean de algarabías, juegos y caricias y no de maltratos, cargas pesadas, abusos sexuales y palabras destructivas, sueña el que se inclina ante el altar pidiendo por él mismo, su familia y, la posibilidad de que se le abran los caminos para llevar una vida digna, honrosa y decorosa (un techito, salud, chamba), sueña la tierra para que no la abusen y muera en la aridez asfixiada por las toneladas de basura, la polución, la contaminación, sueña la mariposa para que sus alas se abran en libertad y no sea mutilada por el odio que castra los movimientos y termina encadenando el pensamiento, sueña el ciego tendido en una acera estirando su mano de hule para sentir un ambiente de paz y tranquilidad, sueña el mandatario honesto para librarse de la corrupción y poder realizar sus propósitos en bien de la comunidad, sueña el maligno dictador haciendo de las suyas y fusilando, sueña el cura bendiciendo, sueña el burócrata descansando y hasta la hormiguita llevando sobre sus espalditas el más divino pétalo de otoño, suela el trabajador en borrar el rastro de la pereza.

Soñó el ateo que estaba en el último piso de la torre de Babel. El que, siendo como Lot, no pudo escapar como Lot. El que fue tragado por el Mar Rojo siguiendo órdenes. El que fue ejecutado porque no adivinaba los sueños como José.

Todos soñamos con un mundo mejor, pero como los sueños sueños son, debemos dejar de soñar y poner en práctica esos anhelos que soñamos despiertos empezando por la honestidad, la transparencia, la responsabilidad y el respeto.

El escritor Federico Hernández Aguilar nos dice en la introducción de uno de sus libros llamado gotas, El Universo: Una gota. “Érase una vez un loco mirando una gota de agua. No se movía el loco, así como no parecía moverse el objeto de su formidable atención. Primero habían desaparecido los demás hombres; luego se habían esfumado las demás gotas. Sólo un ser humano quedaba ya en el cosmos, desafiando el peligroso alivio de una sola gota, la única, la irrepetible, la que temblaba como una verdad entera. Muy pronto, antes de que alguien fuera capaz de extrañarse, aquel hombre y aquella gota se fundieron de tanto mirarse, de tanto ser nada en absoluto. Así, abrazados, regresó cada uno a su origen final: el loco a su mar turbulento y la gota al ojo derecho del loco.

Muchos ebrios por la ambición, el poder, la cúspide, van por el mundo arrasando con todo a su paso, exterminando el progreso, calcinando las ilusiones de los demás, muchos impiden el progreso y embebidos por el aroma y el elixir de la prepotencia menoscaban los sueños que la mayoría perseguimos para alcanzar una realidad diferente.



jueves, 8 de julio de 2010


ENVEJECER NO ES DETERIORARSE

¿“Che viejo, estás viejo”?


¡Ni de riesgos!

Motivada por anécdotas y vivencias, principalmente por el recuerdo de mi padre, quien tuvo la oportunidad de llegar a los 80 años y un libro que adquirió que se titula igual que este artículo y recomiendo a todos sin excepción (del escritor Gonzalo Canal Ramírez), extraeré algunos apartes porque deseo compartir inquietudes que de alguna manera podrán ayudarnos a ser más conscientes y consecuentes sobre una realidad inevitable -la vejez-, mirada de una manera absurda y denigrante.

Aún me pregunto por qué hace años un estudiante de 7 años se me acercó y me preguntó: “profe, ¿tú eres vieja?” Seguramente para él, los 43 años que yo llevaba encima ya le parecían excesivos; a la vez evoco a una alumna de 14 años que no hace mucho me dijo:”mi mamá no me comprende porque ya está vieja ´cucha´, tiene 45 años. Me quedé como Condorito ¡ploff!

¿Es que los actos han demostrado que los viejos huelen feo? ¿A viejo? Son un estorbo e incluso muchos hijos están ansiosos de su deceso para heredar lo poco o mucho que esos seres, a través del esfuerzo de cargados años, han construido para asegurar “su vejez”, sin sospechar siquiera que sus hijos están deseosos de que llegue pronto la fecha para meterlos a un asilo o esconderlos en una habitación, ya que lo que no sirve, que no estorbe. Dura realidad del diario vivir (que desagradecidos somos).

Hay dos curiosas excepciones de la palabra “viejo”, en el uso del español en algunos países de Latinoamérica. La una es de cariño y de respeto; el hijo se refiere al padre llamándole afectivamente “el viejo”, no importa su edad. El amigo trata cariñosamente al amigo (así sea joven), con igual deferencia de “viejo”, “hola viejo”.

La otra es despectiva, agresiva, peyorativa. Se insulta a una persona, con la intención de disminuirla llamándola “viejo”, con el mismo propósito que en las colecciones se distinguen “antigüedades” de “vejeces”. Es el pleno sentido de la “vetustez”, en el habitual rechazo social. Es la expresión de un criterio bastante usado en nuestra sociedad para definir a las personas de edad.

En realidad hoy su presencia en la sociedad es importante. El viejo ya no es patriarca, profeta, ni mago, como otrora, cuando envejecer era símbolo de predestinación, calidad y fortaleza, pues sólo los muy fuertes sobrevivían a los 50 años. El viejo, por doquier ahora, ya no es ese personaje.

Hoy es un hombre, con los derechos y deberes del hombre.

1. La pareja humana en la vejez tiene todos sus derechos, deberes normales y su convivencia amorosa cobra valores significativos. 2. El viejo es partícipe y agente de la sociedad en que vive y tiene derecho a no ser relegado como mero espectador. 3. Los intereses de la vejez son los mismos intereses de la vida a cualquier edad, y deben conservarse actuantes como vínculos con la vida. 4. El viejo no es un ser aparte, fuera de la humanidad, “otro” sino un hombre como los demás. 5. No bastan más años para la vida. Es necesaria más vida para los años.

Hermosos como los niños, necios, ingenuos, mañosos, manipuladores y espectaculares, así sin más calificativos esos son “los viejos”, a quienes debemos valorar y tratar como reliquias y no por sus años, sino por la fragilidad de su belleza, después de las tempestades se solidifica su esencia y paradójicamente su sensibilidad se derrite como un bom bom relleno de caramelo.

“No se es viejo por haber vivido un cierto número de años; se es viejo por abandonar su ideal”(Mac. Arthur).

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¿ALIENADA YO?

“En este mundo de vivos…
los bobos parecen idos…
los idos son transgredidos.
En todo lo demás:
seguimos jodidos"


Les confieso que me siento aturdida, no sé si vivo en lo real, en lo imaginario o me hago la desentendida para disipar los pájaros que se anidan en mi mente y se estrellan contra los muros visibles e invisibles que obstaculizan mi libre andar y el de la mayoría de los colombianos, porque a pesar de que el 85% nos encontramos en desacuerdo con las políticas aplicadas, muchos gozan de los privilegios de manejarnos a su antojo convirtiéndonos en zombies siguiendo un camino obligado ya que ni las quejas, ni los reclamos, ni las dudas, ni el uso y abuso hacen eco a nada ni nadie. Jesús nos dice que cada día trae su propio afán, otros dicen que no debemos borrar el pasado porque nos quedaríamos sin historia, Jaime Bayly manifiesta que del pasado ni se acuerda y la mayoría de las personas queman el año viejo con placer y alegría. La canción pegajosa nos recita: …“yo no olvido el año viejo porque me ha dejado cosas muy buenas: me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra”. Pues bien, no sé entonces si es alienación, alucinación o amnesia, ya no recuerdo por quién voté para presidente de Colombia, gobernador de Bolívar o alcalde de Cartagena, tampoco recuerdo cuántos niños y mujeres han sido abusados ni maltratados, cuantas personas carecen de estudios, educación, alimento, vestido, techo, salud, amor. Me siento desamparada caminando por las calles, sin rumbo fijo, hablando sola, recogiendo el eco de todos los ciudadanos, bebiéndome sus lágrimas, su dolor y asco porque este año que entrará en catalepsia el día jueves, despertará el día primero arremetiendo con toda su furia sin contemplación de ninguna especie.

¡Oh sopresa!: Menos diligencias efectivas que minimicen el estado deplorable del país, la corrupción aumentará con un porcentaje mayor al de la inflación, la mendicidad tocando puertas, la idiosincrasia por falta de cultura ciudadana haciendo de las suyas y algunos megaproyectos innecesarios silenciarán nuevamente la voz del pueblo y más aún de todos aquellos que ni siquiera tienen un baño donde hacer sus necesidades, un piso donde apoyar una butaca, ni una almohada donde hacer descansar sus penurias.

Lo primero es lo primero, las necesidades básicas que ayudarían al progreso y no al progreso de pandillas, ladrones, matones. Cuando divago aparece en mi mente una película secular que se titula: “El ejemplo es el que enseña”. ¿Será por eso que los que vienen detrás en aspiraciones políticas, actúan de la misma manera? Y peor aún ¿con más artificios? Perdón quise decir con más fuegos artificiales. Qué si se ha hecho por Cartagena, qué si no, qué es que no se ve, aparte de todo necesito gafas fondo de botella, porque me desplazo en el paraíso de la contaminación: basural, visual, auditiva, rosquera o rosconera y, vuelve la puerca a torcer el rabo y el Mercado de Bazurto expeliendo todas sus esencias. Me siento tan feliz del progreso de este año 2009 que…, perdón, tuve un lapsus mental, ya no sé ni qué es lo que digo, sin embargo amigos lectores, no nos desanimemos y a todos sin excepción les deseo una carita feliz de corazón y no de dientes para afuera.



Nota: Las alucinaciones pueden ocurrir en cualquier modalidad sensorial - visual, auditiva, olfativa, gustativa, táctil o varias mezcladas.



sábado, 3 de julio de 2010

¿ME REGALAS UNA MONEDA?

En este mundo, donde las cosas se hacen por apariencia o por obligación…, tenemos un gran defecto: nos falta originalidad para ser nosotros mismos.
Apariencias, sólo cuentan…
La mente se llena de caprichos y trivialidades.

Cuando empezamos a estudiar matemáticas y oímos pronunciar el número 100, nos imaginamos una gran cantidad y con asombro pensamos en algo copioso, tumultuoso o exagerado. Pero cuando poseemos la conciencia de diferenciar y ubicar la significación de ese número para convertirlo en pesos, sin ser grandes matemáticos entendemos el valor de esta cifra. Desde niña he oído decir a mamá: “cuida los centavos que los pesos se cuidan solos”. Entonces me reía sin comprender a fondo el mensaje tan profundo que esto significa, pero después lo apliqué.

Hace días me sucedió algo muy curioso que me dejó con el corazón anudado. Llevé mi carro a lavar en un establecimiento y un joven amablemente me trajo una silla mientras le ponían manguera y lo pulían. Pasados unos diez minutos cerca de una canaleta pude observar a otro muchacho de 18 años aproximadamente, que hurgaba en el lugar, levantaba unos plásticos e insistía, queriendo hallar no se qué.

Así permaneció durante 15 minutos.

Su rostro reflejaba preocupación y angustia; ante mi curiosidad, le pregunté: ¿Qué escondiste por ahí? Y me respondió: nada, estoy buscando 100 pesos que se me cayeron y no puedo encontrarlos, seguro se metieron en una ranura y para rematar me están haciendo mofa.

Debió ser que su presupuesto para tomar el bus se le descompletó y esto se constituyó en un serio problema para sus finanzas. De cien en cien se crece la pila y se llena el infaltable chonchito de barro o de plástico que nos incita al ahorro. En eso consiste la polaridad de la balanza: unos necesitan de cien pesos y otros de millones de pesos, y esos cien pesos devaluados son la solución en un momento dado para un cristiano.

En ocasiones se mira esa moneda cobriza con indiferencia y se va dejando en cualquier sitio, una coquita, un cenicero, un plato, un mueble, porque esa cantidad de menudo pesa, rompe los bolsillos, hace mucho bulto y en verdad si miramos las cosas de manera objetiva, nuestro dinero y su valor adquisitivo se ha vuelto “dinero menudo”, pesa y no por su peso sino por la trémula carga que deben soportar muchos en ese vía crucis que tienen que vivir a diario para cargar con una familia entera soportada de un tilín con el sueldo mínimo legal. Si lo analizamos en números, es bastante porque hablamos de miles y miles de pesos, pero si miramos realidades, nos damos cuenta inmediatamente que esas personas estiran el centavo y lo moldean hasta más no poder como si fuera de látex.

Los convoco al ahorro, a no dejarse vislumbrar por artículos innecesarios, a no dejarse devorar por la sociedad de consumo, a vivir tranquilos en vez de agobiarse por aparentar, a dar gracias a Dios por lo que se posee y no a maldecir por lo que no se tiene, a tener aspiraciones sin ser ambiciosos, a compartir más con los necesitados y dejar de un lado la avaricia (nos incluye a todos y en especial a aquellos gobernantes que piensan en sus intereses y no en el de la comunidad).

Bien dice mi madre, que podrás haber ganado una fortuna, pero si te la has gastado toda y no has ahorrado, no tienes nada. Cuidemos como este joven hasta el último centavo y démosle el debido aprecio a esas monedas que son una verdadera fortuna, aunque usted no lo crea.



domingo, 27 de junio de 2010

UN CAMARADA ESTÁ DE VISITA


Dice el adagio popular:
“La visita después de tres días
huele a pescado”


El Faraón, Cesar, Rey, Reina, Duque, Duquesa, Zar, Lord, Superman, fuhrer, la loca, ¿hacen parte de tu vida diaria

Extraña interrogante. Alcanzamos a pensar que esta temática, hace referencia, sólo a la historia de la humanidad, pero no, no lo entiendan así, sencillamente quiero referirme a ese camarada que tanto daño nos hace, que nos convierte en cómplices del menosprecio, del autoritarismo, de la vanidad, del sinsentido y muchas veces del aislamiento.

¿Quién alguna vez no ha jugado al yoyo?
Comencemos a llevar la cuenta de con cuánta frecuencia usamos el pronombre “yo”.

La loca, el yoyoismo, el ego o como quieran llamarlo, es un compañero invisible que siempre permanece a nuestro lado. Se muerde el anzuelo y se cae en la trampa.

Si diéramos más de nosotros mismos y pidiéramos menos a cambio sería una forma maravillosa de domar el ego.

Los occidentales tenemos la peculiaridad y la marcada tendencia a caer en el juego de yoyo: yo soy, yo hice, yo puedo, yo quiero, yoyo..., yo el Todopoderoso.

Los mayores males de la humanidad son motivados e impulsados por ese tirano llamado EGO. Según él, cuanto más tienes, más especial eres. Cuanto más especial eres, más se confirma que eres alguien que no tiene nada que ver con todos los otros que tienen menos.

 El ego quiere hacer creer que “las cosas” son más importantes. Nos dice “Acumula tantas posesiones como puedas, y siéntete apegado a ellas. Tendrás una sensación de orgullo”.

Toda cháchara, chismorreo que entretienen a la gente son obra del ego.
Cuando nos ocupamos de las desdichas de otros demostramos que no queremos ayudarles sino sentir placer o diversión ante sus dificultades y humillaciones.

A través de la historia, al vivir lo que se ha vivido y al enterarnos de los sucesos tan macabros: guerras, hitlerianos, fascistas, terroristas, crímenes pasionales, abusos, maltratos, oprobios, monstruosidades, violaciones, podemos observar de inmediato que la necesidad de derrotar a otros tiene un solo fin: sentirse poderoso e importante.

Poder, desquiciado poder, carcoma de almas nobles e inocentes, pompas del ego, gritas enloquecido cuando otros quieren superarte; ser el número uno es más importante que nada. Poder, maldito poder, conformarte con menos es admitir que eres un perdedor.

Poder, ego, yoyo, monstruo de cien cabezas, desalmado, ruin, cruel, perverso. Todos los males que aquejan al mundo son fruto de tu ambición.
Cuando los idealistas se dejan llevar por su falso ego, intentan llevar a cabo sus ideas dizque en busca de paz, ecuanimidad, equilibrio y justicia social, valiéndose de unos medios destructivos para la propia humanidad, pero sólo se están dando a ellos mismos excusas de su miedo ante su constante ansiedad e impotencia de asumir su propia vida.

“Perdona mis actos sin sentido/ como yo perdono los actos sin sentido de aquellos/ que piensan que obran con sentido”. (Robert Frost).

Ojalá todos recortemos este poema de Walt Whitman y lo peguemos en el espejo para ver si así logramos de alguna manera jugar al “yoyo”, pero con ese objeto circular que sube y baja a través de un hilo enrollado y con el cual podemos hacer figuras maravillosas y así olvidarnos del yoyoismo que es muy dañino y nada divertido:
Dice Whitman: “Existo como soy/ con eso basta./ Si nadie más en el mundo lo sabe, permanezco sentado, contento,/ y si cada uno y todos lo saben, permanezco sentado, contento./ Un mundo lo sabe, y para mí es con mucho el más grande, y ese soy yo mismo./ Y si recibo el reconocimiento hoy o en diez mil/ o diez mil millones de años,/ puedo recibirlo ahora con alegría, o con igual alegría/ puedo esperar”.

Y entonces disfrutaremos de una vida más profunda y rica, que nos proporcionará un canto al espíritu, hoy tan desdeñado, y una refrescante sensación que nos permitirá irradiar esa recuperada lucidez para poder transmitirla para bien nuestro y el bien de todos los demás.



martes, 22 de junio de 2010

¿POR QUÉ LA PAZ ES TAN COSTOSA?

“El hombre es lobo para el hombre”

(T.Hobbes)

¿Qué la democracia cuesta mucho? ¿Qué la guerra cuesta? ¿Qué vivir en la pobreza tiene un precio muy elevado? ¿Qué la salud es un caos? ¿Qué los servicios públicos son un desastre? ¿Qué lo mínimo que necesita un ser humano es un techito? ¿Qué la contaminación ambiental, auditiva y visual están acabando con el planeta tierra? Esos son unas cuantos de los muchos interrogantes que nos llevan a pensar reflexivamente hasta dónde ha llegado el valor de la integridad física y moral del ser humano. Asuntos preponderantes como estos van de la mano de un país del que emanan gases tóxicos de corrupción, que son la negación de la equidad y justicia social a la que todos y cada uno tenemos derecho, respaldados por una Constitución Política en su famoso pilar “Estado de derecho”, ejercido por unos hombres, que al final, son como uno, pero que izan su capa de fuero o investidura y nos arrojan gases lacrimógenos para continuar cegando y segando el panorama cada vez más árido, sometiéndonos a las interminables ideas e ideales políticos en este abanico de partidos que nos ofrecen un cambio abrupto para este país que está hundido en el fango.

Nos muestran sus alas de arcángeles con propuestas ungidas con valeriana y así dar un giro de 360 grados, ya que vivimos en el infierno. De papeles, palabras hermosas y atractivas estamos saturados desde hace largos años y cuando –esperanzados- votamos “democráticamente por el cambio” nos encontramos con la cruda realidad de que el barniz que los cubría se escarcha rápidamente mostrándonos al verdadero zorro.

Esto me hace recordar el famoso cuento infantil de la Gallinita trula, que un día paseaba por el campo y le cayó una cáscara en la cabeza e inmediatamente dijo: “El cielo se va a derrumbar”. Los animales que pasaban por allí empezaron a regar la noticia rápidamente. El zorro, que se percató del asunto, se le fue acercando uno a uno y les decía: vengan conmigo a mi cueva, que allí no les pasará nada. Al llegar a la cueva hacía que se asomaran a ella y los empujaba, después entraba y se los devoraba. Sólo se salvó un animal que se pilló la agilidad del zorro para embaucar a todos.

Nosotros, que somos la mayoría, ¿de quién nos podremos salvar? ¿Para qué o por qué surgen los políticos?

He estudiado que los sofistas surgieron porque en la política democrática ateniense era indispensable aprender a hablar bien para persuadir y obtener poder. En la asamblea o el tribunal, el triunfo dependía del dominio del lenguaje. Los sofistas fueron por ello maestros de la retórica: el arte de persuadir mediante argumentos. Por la misma razón se interesaron por comprender el funcionamiento del lenguaje.

Ahora entiendo el por qué la paz es tan costosa, porque lo último que desea el hombre cuando asume roles de poder es ejercerlo a toda costa sin tener en cuenta el fin, que sería para lograr el bien común.

No me lo estoy inventando ni es verborrea, simplemente la confusión en que vivimos nos lleva a cuestionarnos a nosotros mismos, que luchamos en el día a día por una estabilidad y un no rotundo a la corrupción.

¿Qué pasaría si nadie votara?, porque a la final… ¿habrá por quién hacerlo?

En el libro de Cortázar, Historias de cronopios y de famas, hay una narración que se titula “Cuento sin moraleja”, en uno de sus apartes escribe: “Un hombre vendía gritos y palabras, y le iba bien, aunque encontraba mucha gente que discutía los precios y solicitaba descuentos. El hombre accedía casi siempre, y así pudo vender muchos gritos de vendedores callejeros, algunos suspiros que le compraban señoras rentistas, y palabras para consignas, slogans, membretes y falsas ocurrencias.

Por fin el hombre supo que había llegado la hora y pidió audiencia al tiranuelo del país, que se parecía a todos sus colegas y lo recibió rodeado de generales, secretarios y tazas de café.

-Vengo a venderle sus últimas palabras-dijo el hombre-.Son muy importantes porque a usted nunca le van a salir bien en el momento, y en cambio le conviene decirlas en el duro trance para configurar fácilmente un destino histórico retrospectivo…”



lunes, 21 de junio de 2010

MEIMPORTAUNCULICARAJISMO”


Los dichos “A rey muerto, rey puesto” y “El muerto al hoyo y el vivo al bollo” son realidades que en su fondo parecen dolorosas, queriendo significar que nadie es indispensable en este mundo. Estudiando bien su trasfondo se puede entender que todos cumplimos nuestro ciclo y es algo inevitable en el nacer y morir. Quizás suene crudo, cruel deshumanizado, sin embargo es tan cierto como el ser, existir y morir, ya que la vida continúa y el tiempo es imparable. “Nacemos necesariamente para morir” (paradoja de J.P.Sartre).

No es a esa realidad a la que deseo referirme, es a otra más contundente, fría, insensata y demoledora.

El meimportauncarajismo, en el argot de los mayores, el meimportaunculismo, en el argot de los jóvenes, son términos, quizás nuevos y no reconocidos, por la Real Academia de la Lengua, al parecer, están enmarcados en un trabalenguas, pero deletrearlo con detenimiento significa el diario vivir de los seres humanos: meimportaunculicarajismo, el civismo, las buenas costumbres, el lenguaje, los valores, los estudios, la responsabilidad civil, el otro, el bien común. Primero yo, segundo yo y tercero yo, y vivamos felices, que el mundo se va a acabar, sin importar a cuantos puedo llevarme por delante. “El fin justifica los medios”, ¿ es propia la máxima de Maquiavelo para todos nosotros? Sí, y digo para todos nosotros, ya que el ejemplo sirve de pauta y nuestros gobernantes o los que asumen un rol de poderes, no es que sean ejemplarizantes. “La caridad empieza por casa” y nuestra casa Cartagena es un hervidero de contaminación en el manejo de su desarrollo.

El civismo (del latín civis, ciudadano y ciudad), se refiere a las pautas mínimas de comportamiento social, que nos permiten convivir en colectividad. Se basa en el respeto hacia el prójimo, el entorno natural y los objetos públicos; buena educación, urbanidad y cortesía. Se puede entender como la capacidad de saber vivir en sociedad respetando y teniendo consideración al resto de individuos, que componen la sociedad, siguiendo unas normas conductuales y de educación, que varían según la cultura del colectivo en cuestión. Aún no puedo entender por qué el Ministerio de Educación erradicó esa cátedra tan básica y elemental por llamarla de alguna manera. Ese término se ha borrado de cualquier contexto, y en vez de progreso, día a día retrocedemos, llegando hasta el punto de retomar la época de los cavernícolas.

Cuando hablamos de analfabetismo, pensamos en que esa persona no sabe leer ni escribir, y que la falta de educación lo lleva por su ignorancia, quizás a cometer unas barrabasadas…, me quedo pensando y con el debido respeto, el 80% de los seres humanos, somos analfabetas.

¿Qué se usa? La guerra del pito, basuras y escombros, gritos, infringir la ley, antivalores, el poco interés, las invasiones, la permisividad, la algarabía el retozo en los paseos peatonales, aceras, calles, taxis, mototaxis, vulgaridad, intolerancia, irrespeto, indiferencia, irascibilidad, concupiscencia. ¡Y lo demás, es lo de menos!

Sálvese quién pueda, hágalo como pueda, solucione como pueda, eso sí, jamás haga justicia por su propia mano, para eso están las leyes y nuestros representantes, que las hacen cumplir a cabalidad y en términos inmediatos.

Usted no se preocupe, ¡aquí no pasa nada!



PUNTO DE ENCUENTRO

Si deseas ponerte al día de los últimos acontecimientos familiares, de relaciones amorosas, separaciones, eternas dietas por aquello de la gordura, moda, desempleo, economía, política, democracia, cumple porque “tienes que cumplir” con la cita del pésame, cita a la que se acude en el momento del deceso o no se asistirá jamás.

Las personas a quienes tienes largo tiempo de no ver por aquello de que nunca hay tiempo, porque las ocupaciones te absorben, te aguardan allí ansiosas para sacar a la luz el embuchado que les asfixia y es en ese punto de encuentro donde todo se puede y está permitido. La sala de velación y la iglesia, amenizadas por el coro de visitantes, quienes en ráfaga a cien voces arrullan al muerto, y no conformes con eso, el sonido estridente de los celulares aumenta el desorden y el festín.

El difunto no descansa en la paz del señor sino en el bullicio de los irrespetuosos.

¿Sobre cuáles bases de ética y moral hemos sido educados? ¿O es que todos los valores están en desuso?

Una cosa muy diferente sería la voluntad del muerto, si de antemano les manifestó a sus familiares que el día de su entierro le llevaran papayera, mariachis o conjunto vallenato y que en su honor todos -en vez de llorar amargamente por él (cosa que dudaría)-, gritaran de júbilo y se tomaran unos tragos, al son de la música.

Estoy por pensar que en un país como el nuestro, en donde la vida no tiene valor, ni consideración, en donde se mata por robar un reloj plástico comprado en un agáchate, mucho menos tendrá valor un acto de solemnidad como lo es la despedida de un ser humano, quien de alguna manera cumplió con su misión en un mundo donde cada uno tiene su función y misión.

Hace dos meses estuve en una misa en donde se guardarían en la bóveda de la iglesia las cenizas de un viejo amigo, y el sacerdote, furibundo tomó el micrófono y regañó a los asistentes antes de comenzar, porque la bullaranga y el eco no le daban cabida para dar inicio a la celebración de la eucaristía. Les aseguro que sentí vergüenza, vergüenza por la falta de recogimiento y oración. ¿Acaso son niños los que ocupan el lugar? ¿Somos adultos conscientes del lugar y del motivo por el cuál estamos allí?

Hace unos días, me encontré con dos amigas y les pregunté de dónde venían, y me comentaron: del entierro de fulano. Nos salimos porque la mala educación de la gente fue tenaz. Una de ellas agrega: si mi madre muere primero que yo, será una celebración con una misa en privado, porque esta burla no la puedo soportar.

Pienso que en esos momentos de tristeza para los dolientes, lo que menos les interesa a ellos es formar parte del caos y desorden, y entre lágrimas, besos, palabras “lo siento mucho”, sólo quisieran un momento plácido de reconciliación por el descanso eterno de su ser querido.

Así lo escribió Julio Cortázar en su libro Historias de cronópios y de famas, “Conducta en los velorios: “No vamos por el anís, ni porque hay que ir. Ya se habrá sospechado: vamos porque no podemos soportar las formas más solapadas de la hipocresía…en otro aparte: y somos cinco hombres que en verdad lloran en el velorio, mientras los deudos juntan desesperadamente el aliento para igualarnos, sintiendo que cueste lo que cueste deben demostrar que el velorio es de ellos”.



sábado, 12 de junio de 2010

De filósofos, poetas y locos, todos tenemos un poco, dice el adagio popular.

¿Has delirado alguna vez?
Yo sí, de fiebre.
Debo confesarles que como me gustan los chistes, reírme y pasarla bien, a todo le saco apunte, los demás dicen “esa loca”, y yo, me río deliciosamente, porque de loca no tengo ni un céntimo, locos todos aquellos, que no se atreven jamás a manifestar sus pensamientos, deseos, ganas.
Se quedan allí, en el hueco, al borde del abismo, esperando a que alguien los empuje.

PAJAROS QUE SE ANIDAN EN LA MENTE

Basta con meter la cabeza en el río de la nada
-ojalá hasta la nuca-
y sentir como la luz del agua
inunda los pulmones
y cómo su risa redentora
nos moja de equilibrio
y de la libertad serena
de pisar otros caminos.
(Winston Morales Chavarro)

Al perder el contacto con la realidad el hombre termina modificando esa realidad, en muchas ocasiones, estos asuntos han sido los grandes dinamizadores de la humanidad.

¿Hasta dónde el poder es locura o no en la medida que el poder es intrínseco en el ser humano? Dentro del poder el deseo de dominar, ¿es realidad o desconexión con ella?

¿Es acaso dañina la locura?

Se deberá considerar dañina cuando va en detrimento de los demás, cuando su fin es “devastador” hacia los demás, pero si esta situación de demencia, alucinación, delirio, no va en menoscabo de los otros sino que por el contrario mantiene al individuo en un estado de plenitud, de algarabía, de ensimismamiento y euforia porque su realidad va acompañada de esos pájaros que se anidan en su mente para luego dejarlos emerger en bandadas mágicas, utópicas, fantásticas, metafóricas y heterogéneas, entonces esa locura es una situación de gozo que disfruta plenamente quien la padece, ya sea por enfermedad mental o por voluntad propia.

¿Y los grandes inventores?

A estos en gran parte se les atribuye el desarrollo de la humanidad que podría observarse como una locura por ejemplo cuando el hombre nómada se mete con el fuego y lo controla y se ingenia diversas situaciones para sobrevivir a la intemperie.

¿Hasta dónde la historia está soportada en grandes mentiras?

¿Podríamos llamarlas tal vez locuras universales o mentiras universales hasta el punto de preguntarnos dónde se está filosofando o dónde el hombre es supersticioso y llega a la locura?

¿Quién por ejemplo, se inventó que los reyes tenían el poder de dios y quién afirmó que eran soberanos?; ¿fue acaso un acto de locura o de suspicacia política que lo hizo sentirse iluminado? recordemos como Menes, faraón del siglo XXIX a. C., se inventa que él era enviado de los dioses y éstos le concedieron este poder para unir el alto y bajo Egipto. Según la tradición legendaria, Menes fue el primer faraón de la primera dinastía, con el que se inició la historia humana de Egipto; había sido implantado directamente por los dioses, con quienes estaba emparentado.

Desde Menes hasta la Revolución francesa “los reyes”, abusaron de su poder, hasta que a Luis XVI, (Versalles, 23 de agosto de 1754 – París, 21 de enero de 1793), rey de Francia y de Navarra entre 1774 y 1789 y rey de los franceses entre 1789 y 1792, quien ostentara el título de Duque de Berry, fue arrestado, juzgado por la Convención Nacional, declarado culpable de traición y condenado a la guillotina el 21 de enero de 1793. Su ejecución marcó el fin de la monarquía absolutista en Francia, después que su pueblo se revela por los despotismos improcedentes y por primera vez se le demuestra al mundo que los reyes no eran invencibles y les podía suceder cualquier cosa.

Hoy en día “los reyes” ocupan quizás una figura decorativa por cuestión cultural.

El hombre por naturaleza cuando se sale de los contextos es tachado de loco pero, ¿hasta qué punto? ¿De cuál locura lograremos estar hablando?



Un ejemplo de locura que extasía y que al tiempo deprime, pero sin hacerle daño a nadie sólo al ser que la padece porque de alguna manera busca y busca más allá de lo conocido, experimentado y vivido lo encontramos en Virginia Wolf quien a pesar de haber crecido rodeada de un ambiente literario y cultísimo, poseyendo su padre una excelente biblioteca a la que tuvo acceso a los dieciséis años pudo dedicarse a explorar todo lo que deseara, lo que supondría un verdadero lujo para una chica de la época victoriana y también una situación que le sería ampliamente provechosa para su futura condición de escritora. Devoraba libros y libros, lo que le ayudó en su condición de escritora.

A pesar de ese mundo de posibilidades para ella, se sentía oprimida y maniatada, queriendo tal vez escapar del entorno que ejercía opresión en su espíritu.

Si revisamos las fechas en las que se sucedieron algunos de sus colapsos nerviosos de mayor intensidad, se puede comprobar que las crisis de delirio en las que perdía casi por completo la conciencia de la realidad y del mundo exterior solían coincidir con los momentos en los que estaba terminando de escribir alguna de sus novelas.

Wolf abrió caminos antes no explorados en su manera peculiar de narrar, en la manera de vernos a nosotros mismos en nuestra parte del ser en sí y metafísico, teniendo una percepción privilegiada de la realidad, una percepción descarnada y genial de todo cuanto la rodeaba. Y podríamos decir en la actualidad que gracias a ella, ahora el mundo para muchos es diferente.

Le escribió un texto a su marido en el que deja un sello gratificante y colmado de esencia indefinible de su sentimiento como ser humano

"Querido:

Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. Empiezo a oír voces y no puedo concentrarme. Así que estoy haciendo lo que me parece mejor. Me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todos los aspectos todo lo que se puede ser. No creo que dos personas puedan haber sido más felices hasta que esta terrible enfermedad apareció. No puedo luchar más. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y sé que lo harás. Verás que ni siquiera puedo escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que… Todo el mundo lo sabe. Si alguien pudiera haberme salvado, habrías sido tú. No me queda nada excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir destrozando Tu vida por más tiempo.

No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que lo hemos sido nosotros.

V."

Encontramos en Virginia Wolf, una conciencia clara sobre sus estados depresivos, haciendo cada vez más lo que ella consideraba correcto en su beneficio, presintiendo cada vez más que la recuperación no podría hallarla por más que lo intentara y que en esas temporadas de abstracción que sólo ella pudo entender, tal vez sus miedos eran más latentes que su propia vida por lo que decide acabar con ella.



Otro de los grandes aportes en la literatura es el inolvidable Ernest Hemingway, quien en 1952 escribe El viejo y el mar y al año siguiente le otorgan el Premio Pulitzer y en el 54 el Nóbel, que no puede serle entregado personalmente debido a su estado de salud.

“Beber es cosa de hombres”, como lo era cazar y ser un mujeriego, decía, pero el alcohol enturbió su vida causándole numerosas depresiones, la última, la que le empujó al suicidio, al saberse enfermo de cáncer.

“Si no puedo existir a mi manera, entonces, la existencia es imposible”, le dijo en cierta ocasión a su esposa Mary Welsh, y evidentemente fue fiel a este pensamiento.

Cada cual tiene su manera de percibir el mundo, lo que significó para Hemingway dar fin a su existencia, ya que su enfermedad terminal no le permitía vivir a su antojo.



En uno de los apartes de “El manuscrito de un loco”, Charles Dickens nos muestra lo siguiente: …“Me acuerdo del tiempo en el que tenía miedo de estar loco; cuando solía despertarme sobresaltado, caía de rodillas y rezaba para que se me perdonara la maldición de mi raza; cuando huía precipitadamente ante la vista de la alegría o la felicidad, para ocultarme en algún lugar solitario y pasar fatigosas horas observando el progreso de la fiebre que consumiría mi cerebro. Sabía que la locura estaba mezclada con mi misma sangre y con la médula de mis huesos. Que había pasado una generación sin que apareciera la pestilencia y que era yo el primero en quien reviviría. Sabía que tenía que ser así: que así había sido siempre, y así sería; y cuando me acobardaba en cualquier rincón oscuro de una habitación atestada, y veía a los hombres susurrar, señalarme y volver los ojos hacia mí, sabía que estaban hablando entre ellos del loco predestinado; y yo huía para embrutecerme en la soledad…

Y en otro párrafo continúa

…Finalmente llegó la locura y me maravillé de que alguna vez hubiera podido tenerle miedo. Ahora podía entrar en el mundo y reír y gritar con los mejores de entre ellos. Yo sabía que estaba loco, pero ellos ni siquiera lo sospechaban. ¡Solía palmearme a mí mismo de placer al pensar en lo bien que les estaba engañando después de todo lo que me habían señalado y de cómo me habían mirado de soslayo, cuando yo no estaba loco y sólo tenía miedo de que pudiera enloquecer algún día! Y cómo solía reírme de puro placer, cuando estaba a solas, pensando lo bien que guardaba mi secreto y lo rápidamente que mis amables amigos se habrían apartado de mí de haber conocido la verdad. Habría gritado de éxtasis cuando cenaba a solas con algún estruendoso buen amigo pensando en lo pálido que se pondría, y lo rápido que escaparía, al saber que el querido amigo que se sentaba cerca de él, afilando un cuchillo brillante y reluciente, era un loco con toda la capacidad, y la mitad de la voluntad, de hundirlo en su corazón. ¡Ay, era una vida alegre!

Ciertamente, estos personajes de la historia, gozaron en parte de su locura, porque sin molestar a nadie rompieron los parámetros existentes, todos aquellos inclusive en los que hemos sido adoctrinados y encausados y de una u otra manera actuaron de acuerdo con su pensamiento, loco o no, actuaron en lo correcto de acuerdo a su convicción.

Dice una canción que, la locura del amor, se cura con amor, el amor es como un niño que quiere calor…

Si amar, reír, llorar, patalear, rabiar, son estados de locuras, entonces, este mundo está cundido de locos y yo, soy una de ellas.

Muchos se hacen los locos, los desentendidos para cometer sus fechorías, otros loquean de manera espontánea, le sacan jugo a la vida y le maman gallo.

Y definitivamente los que padecen de alguna enfermedad mental, eso si, es caso aparte, ante esa realidad debemos respeto.

Luisito Rey cantaba… “Frente a una copa de vino, yo me río de mí, me da una pena tan grande, que me tenga que reír…

Esta risa no es de loco y no es por disimular, tengo lágrimas en mis ojos, es de risa y nada más…”







viernes, 11 de junio de 2010

PILAS AMIGO…¿Qué te hace feliz? TENER O SER…TENER…SER… ¿Quieres comprarle o robarle a la vida cinco centavitos de felicidad?
Me gusta pensar en voz alta, y cuando digo en voz alta, me estoy refiriendo a que puedo escribir ese pensamiento. Le doy color, le doy forma, figura y aunque lo puedo expandir, algunos le dan pronta sepultura.
Entiendo, y lo sé que entre gustos y sabores, amores y dolores, no discuten los señores.
Yo pienso, hablo, escribo, divago, echo el cuento, opino y ahí voy.

Erick Fromm, humanista por excelencia y psicoanalista, en medio de la incertidumbre que le produce el consumismo, en una sociedad enajenada por la tecnología y la modernidad, adicionando la globalización, se interroga y nos propone diferenciar lo que significa “tener y ser”, tomando al hombre sin diferenciar su sexo como homo sapiens y, el que, en su aspecto antropológico, enmarca su desarrollo a través de la antropología física, cultural, filosófica y sociológica.

Fromm, en su libro ¿Tener o ser?, buscó respuestas en las fuentes espirituales de su religión judía, más adelante en los planteamientos de Marx, en el psicoanálisis y las filosofías orientales y tras una ardua y larga búsqueda intelectual, que fuera productiva para la humanidad, logró encontrar su propia voz.

Preocupado por el ser humano, lo observa en el contexto de una sociedad ahogada por el consumismo, de la que el hombre debe recuperarse para hallarse a si mismo.

La gran promesa, su fracaso y nuevas opciones, las presengta, como el fin de la ilusión, que hace referencia, a la promesa, de dominar la naturaleza de abundancia material, de la mayor felicidad para el mayor número de personas, y de la libertad personal sin amenazas.

En una sociedad como la nuestra suena más a utopía que a realidad, ya que el progreso industrial y tecnológico se disparó de tal forma, que sustituyó la energía animal y la humana por la energía mecánica y después por la nuclear, y que sustituye la mente humana por la computadora, todo eso, nos hizo creer, que nos encontrábamos a punto, de lograr, una producción ilimitada y, por consiguiente, un consumo ilimitado y peor aún, que la ciencia nos haría Omnipotentes.

Aristóteles, por ejemplo, identificó la felicidad con la virtud, con la sabiduría, con la prosperidad.

Pero… ¿qué es la felicidad? ¿Cómo se puede alcanzar? ¿Qué dificultades se le pueden presentar al hombre para ser feliz?

Con el cristianismo la noción de felicidad adquirió un nuevo significado. Los cristianos consideran que la felicidad consiste en el conocimiento de Dios, en el cumplimiento de la voluntad del creador que se hace vida en el amor, en la vivencia de la fe, la esperanza y la caridad, virtudes que permitían al hombre, alcanzar la salvación, máxima aspiración y estado de felicidad.

Para los filósofos modernos, a diferencia de los pensadores griegos y de la doctrina cristiana, no asumieron la acción de la felicidad como un bien en sí mismo. Para alcanzar la felicidad consideraron que era necesario conocer el bien que la produce, bien que puede ser entendido de diferentes maneras. Para algunos es el goce, el disfrute de los placeres del hombre y del mundo; otros consideran que se trata del disfrute de un modo de ser; también puede entenderse que se trata como una aspiración para alcanzar un bien material o como el premio al cumplimiento de una virtud o de una acción moral.

Entonces lo grandioso de la Gran Promesa, los maravillosos logros materiales e intelectuales de la época industrial, deben concebirse claramente, para poder comprender el trauma que produce hoy día considerar el fracaso.

De lo anterior podemos recalcar que la satisfacción de los deseos ilimitados no produce bienestar, no es el camino de la felicidad ni aún el placer máximo.

Afirmaba Schopenhauer “Si bien la vida es una búsqueda siempre insatisfecha a la que no se puede renunciar, los seres humanos también están sometidos a otra fuente de desdicha: el aburrimiento”.

Lo que significaba en su pensamiento, que el hombre una vez cumplido o satisfecho su deseo, quería encontrar otra cosa nueva que le proporcionara bienestar y en ese lapso se conjugaba el pesimismo.

Ciertamente en la actualidad, la sociedad de consumo, nos mueve, nos absorbe, nos sacrifica, nos condena y nos lleva al paredón. Estamos atados a lo material, y en el afán de conseguirlo todo, vivimos condenados a la insatisfacción. En ocasiones llegamos a la desesperación, apareciendo, cada vez más, una desigualdad extrema, polarizada, en donde los ricos son pocos y los pobres son muchos.

Nos estamos acabando y no tomamos conciencia de ello.

El hombre se está autodestruyendo.

La maquinaria burocrática, la más cruel y castigadora, manipula con su poder económico a los integrantes del mismo gobierno presionando, a los medios de comunicación, de tal manera, que adquieren el control sobre las masas.

Cabe cuestionarnos nuevamente la interrogante ¿tener o ser?

Ambición, avaricia, egoísmos, son contradictorios a los ambientes de progreso y paz.

Surge entonces un planteamiento importante: La necesidad económica de un cambio humano.

El hombre definitivamente tiene que cambiar en su aspecto psicológico, entendiendo por psicología, no sólo el estudio del alma, sino el comportamiento del hombre, dentro de un contexto social, lo cual va ligado y de la mano de la sociología.

En este siglo, nuestro sistema socioeconómico abrumado por la pugna de potencias mundiales, utilizan su poder económico para volver a la gran mayoría, consumistas, victimas del sistema imperante.

En el contexto de la problemática, por las decisiones, en torno a la vida le corresponde al hombre hacer una reflexión sobre la vida futura.

Si lo que proporciona la felicidad es “el tener”, entonces llegará el día en que esta sociedad de consumo, izará la bandera y la ética pasará a segundo plano. De hecho, es una realidad.

La irrupción y desarrollo de la ciencia y la tecnología en la vida humana plantea nuevos cuestionamientos, que se hace necesario abordar desde la ética, con el fin de iluminar y clarificar su práctica y su utilización más adecuada.

Realidades como la clonación de animales y de seres humanos, el avance de la tecnología, el desplazamiento del hombre, corroboran este fenómeno. La descongelación de los polos y la destrucción de la capa de ozono, son apenas algunas de las consecuencias que estamos padeciendo en carne propia.

¿Estás de acuerdo?

















lunes, 7 de junio de 2010

REGISTROS EN LA CAJA NEGRA




¿Quién no está en facebook, no es nadie, no existe?

Por ser un tema de actualidad, de avance tecnológico, de eficacia, rapidez y de moda, en mi clase de filosofía y partiendo de la base de que “la filosofía es una actividad humana, que necesita de preguntas significativas, utilizando herramientas (preguntar, reflexionar, analizar, argumentar), para llegar a la lógica”, se me ocurrió poner de tarea, a los estudiantes de 10, 11 y 12, que hicieran un ensayo sobre esta temática, ¿fascinante, aberrante, absorbente, enloquecedora, práctica? ¡Qué se yo!

En principio todos se quedaron un poco extrañados, como viendo un chispero o a un avispero alborotado, cuando ha sido molestado, por unos cuantos chicos curiosos que, comienzan a zarandearlo con un palo.

Lo que sucede, como suele ocurrir, es que los estudiantes, sin dejar que la profesora o la miss, les explique, empiezan a divagar, loquear, refunfuñar, gruñir, porque no tienen claras las bases o los puntos a desarrollar.

¡Esa bendita manía de no dejar hablar a los mayores!, es la que nos tiene fritos.

Yo les repito constantemente la frase célebre: “Aprende más quién escucha que quien habla”, pero eso a ellos se les olvida.

Las condiciones del ensayo fueron:

Un título llamativo o impactante. Tipo: Argumentativo. Máximo 4 hojas, tamaño carta, a 1 ½ interlineado, letra arial, tamaño 12, con las citas respectivas al pie de página, bibliografía, etc.

El enfoque era todo lo relacionado con la comunicación: ¿Qué es la comunicación? ¿Cuándo estoy al chat, me comunico? ¿Qué pasará con nuestro lenguaje con todos esos códigos que utilizan los muchachos de hoy a nivel mundial? ¿Qué hará al respecto la Real Academia de la Lengua? ¿Qué quiero mostrar en facebook? ¿Mi figura y rostro en photoshop? ¿Acaso a mis amigos les estoy públicamente mostrando mi vida privada y se las oculto a mis padres? ¿Cuáles son las ventajas y desventajas del facebook?

No se alcanzan a imaginar los trabajos que recibí, para mí, fue una experiencia enriquecedora. La mayoría argumentó de manera clara, con habilidades impresionantes. Títulos como, “Facebook, cara o sello”, “Pescando con redes sociales”, “la razón de las palabras”, me llevaron a tener más claridad sobre el pensamiento de lo que significa “Facebook”, en realidad.

Con los resultados me doy por bien servida, valió la pena moverles la cabecita y los pensamientos.

En eso consiste la filosofía o ¿no?

Quiero compartir este ensayo de Alexandra Covo Juan, estudiante de grado 11 CBC, para que todos analicemos sus puntos de vista y su argumentación.

ESCLAVOS
Érase una vez, en la mismísima ciudad en la que vivimos, un hombre que, a sabiendas de que no iba a conseguir nada a cambio, se rompía la espalda cargando peñones gigantes desde la playa hasta el centro de la ciudad. Su espalda suplicaba descanso; su cuerpo, semidesnudo, imploraba sombra; su mente, ni aquí ni allá, auguraba su libertad; su memoria, esforzándose de manera fatigante, intentaba recordar en qué momento exactamente él se había convertido en un esclavo. Estas épocas, para fortuna de la humanidad, han terminado. Ya nadie esclaviza a nadie, ni nadie da órdenes a otros sin que éstos sepan que van a ser retribuidos. El tipo de libertad por la que millones de esclavos murieron no puede ser arrebatada de ningún ser humano hoy en día. Somos, según lo que se dice, libres. Sin embargo, ¿Será que el ser humano se ha deshecho al 100% de la esclavitud?

Caminamos por las calles y vemos a cientos de personas escribiendo por el Blackberry; llegamos a casa, y lo primero que hacemos es entrar a Facebook; nuestros temas de conversación van muchas veces ligados a lo que publicó alguien en Facebook, Myspace o a lo que le dijo el amigo de un amigo a mi amigo por Messenger; si no funciona el Blackberry, muchas veces ni salimos, pues se nos hace difícil conseguir algo que hacer. Al parecer cada día necesitamos más de estos medios de comunicación para subsistir. ¿Será que el ser humano, después de tanta libertad, necesitó de algo que lo privara un poco de ella?

Nosotros mismos nos hemos esclavizado a través de una cantidad de cosas que, como humanos, no necesitamos para vivir bien. Sin embargo, al poner dichas cosas en nuestra vida diaria, se fueron convirtiendo en una necesidad, en una adicción, en una esclavitud. Somos esclavos tanto del mundo virtual que nos brinda Facebook como del famoso Blackberry Messenger. Nos encanta hundirnos en esta vida irreal que vemos a través de una pantalla y que hasta su propio lenguaje ha adquirido.

Nos hemos dejado llevar, poco a poco, por tecnologías que fueron creadas para beneficiarnos. Es extremadamente cómodo poder hablar por el Blackberry con personas que se encuentran lejos, o hacer el plan del fin de semana de manera rápida y concisa utilizando Messenger. Es delicioso poder utilizar el e-mail de manera sana o distraernos viendo fotos y uniéndonos a grupos en Facebook. Es muy placentero. Pero al ser las cosas llevadas a un extremo, lo que solía ser una distracción pasa a ser algo insano.

Nos hemos metido en el mundo virtual, y estamos empezando a creer que éste es el verdadero mundo. Nos encanta la cara que mostramos en Facebook, o la manera ‘cool’ en la que nos comunicamos a través de éste, acortando palabras e hiriendo nuestro lenguaje. Ya el ‘qué’ en el mundo virtual no existe, ha sido reemplazado por una simple ‘q’. Muchas palabras como ‘bien’ han sido acortadas para evitar demorarnos al escribir. Lastimosamente, por querer facilitarnos algo, estamos dificultándonos otras cosas. Actualmente es arduo para muchos estudiantes escribir con buena ortografía. Esto se debe a que gran parte de lo que escriben es por Messenger, Blackberry o Facebook. Tal vez jamás se olvide la forma original de escribir, pero después de probar con una técnica más fácil, la original pasa a ser aburrida y lenta.

¿Qué ha hecho que acojamos dichas tecnologías de tal forma que nos hemos convertido en esclavos de ellas? ¿Será que estas tecnologías nos brindan seguridad? ¿Qué tiene que ver Facebook y Blackberry con nuestra autoestima? Desafortunadamente hemos llegado tan lejos, que hemos permitido que dichos medios manipulen nuestra autoestima. El ser humano ha acogido este tipo de tecnologías para llenar vacíos que antes no existían. Sin el Blackberry o sin entrar a Facebook o a Messenger en un día, muchos nos sentimos desnudos, como si algo nos faltase, y esto hace nacer en nosotros una inseguridad. “El ordenador nació para resolver problemas que antes no existían.” Lo único que puede quitarnos la inseguridad es volver a tener nuestro Blackberry en las manos, así sea que se esté descargando y no nos vaya a servir para mucho. Facebook y Blackberry, para la gran mayoría, son como sustancias adictivas.

¿Quién diría, al verlo, que ese hombre

duerme mal en la noche y quisiera dormirse

como la tierra reseca tras jornadas de lluvia?

Nadie, entre aquellos que van y los que vienen,

percibe que ese hombre es adicto.

Adicto a imaginarte en su vigilia.

Adicto a tu voz y tus silencios.

Adicto a tu cercanía y tu distancia.

Adicto al cuerpo que acercas o rehúyes.

Adicto a tu dulzor y tu amargura.

Adicto a tu boca y tu saliva.

Adicto a tu sabor, adicto a tu aroma.

Adicto a ti y a ser adicto.

Y a querer que su adicción no tenga cura.

Es una paradoja, lo que pasa con respecto a Facebook y al Blackberry. Nadie quiere ser esclavo de un ordenador o un celular; nadie quiere ser adicto a la tecnología. Aún así, lo que demostramos con nuestra actitud es que somos adictos a ser esclavos de éstas tecnologías. Superficialmente no sufrimos con éste tipo de esclavitud, lo que nos hace adictos a ella. Nos gusta ser esclavos, pues es la única forma en la que físicamente podemos aguantar tanto tiempo frente a un aparato electrónico. Somos adictos a la esclavitud. Somos adictos. Somos esclavos después de tanto tiempo.

Y pronto veremos cómo un hombre, de pulgares gigantes y muñecas extremadamente livianas escribe a la velocidad de la luz en un ordenador último modelo; un ordenador que viene encendido desde que su usuario se levanta hasta que se duerme; un usuario con sobrepeso debido a la falta de actividad física, que se pasa publicando fotos, comentando en ellas y chateando al mismo tiempo; un hombre que sólo despega su mirada del ordenador para ver quién le ha escrito por su Blackberry; un ser humano mudo, solitario y frío, esclavo del único mundo real para él: el mundo virtual.


BIBLIOGRAFÍA:

Gates, Bill. 2008. Artículo en Línea: Citas sobre tecnología.

http://www.gran-angular.net/101-citas-sobre-informatica-frases-tecnologia/2008/04/10/

Mansilla, Juan Ramón.2006. Articulo en línea: http://www.poemasde.net/adicto-juan-ramon-mansilla/
























martes, 1 de junio de 2010

DEMOCRACIA DOMINGUERA

DEMOCRACIA DOMINGUERA
Jurado de votación, mesa 003, Centro Comercial Bocagrandre, primer piso, domingo 30 de Mayo de 2.010, a la espera de los resultados de la primera vuelta, para elegir a dos candidatos posibles para ejercer el cargo de Presidente de Colombia, ahí estaba yo, lista a las siete de la mañana, pidiendo a Dios para que todo se diera en total calma en nuestro país.

El sol con su boca abierta, rugía desde las cinco y treinta de la mañana, como un león obstinado, marcando su territorio, las olas del mar golpeaban fuertemente las rocas del malecón, la ola verde anunciaba un cambio de clima, las voces de muchos colombianos esparcían el polen de los girasoles con el firme deseo de que el olor de la brisa tuviera fragancia floral…

El hastío, desazón, la falta de confianza, el olor a carne de cerdo sin refrigeración después de una semana, la inseguridad, la desmesura, la indiferencia, las injusticias sociales, se discutían acaloradamente y las gentes, abogando por el uno o por el otro, eso sí, democráticamente. Mucho respeto pude ver en los ciudadanos.

¡Democracia! ¡Esa es la democracia! ¡Viva la democracia!

Les confieso que mi preocupación más grande era ¿en dónde iba a hacer “pis” cuándo las ganas se presentaran? ¿Habría baños? Mi amigo Diego Garcés, se reía el día anterior porque de manera seria se lo pregunté.

La democracia y servirle al país no tiene nada que ver con las necesidades fisiológicas y yo sentí calor, hambre, ganas de hacer pis, de bostezar, de hacer la siesta, de comerme un delicioso helado de chocolate, no creo que eso me convierta en apátrida, quejetas o indiferente, todo lo contrario, los jurados deberíamos ser tratados como lo merece cualquier ciudadano en nuestra Colombia: ambientes agradables, confortables, sanos, adecuados para el mejor funcionamiento del ser humano. Pero bueno, Colombia está llena de cheveridad y folclor, aquí las vainas funcionan así, o lo tomas o lo dejas, porque dejar de asistir a la citación emitida por la Registraduría Nacional, te traería grandes sanciones.

Listos los formularios, tarjetones, urna y documentación necesarios para empezar a ejercer el oficio de jurado de votación, nos reunimos los seis elegidos en la mesa. Gente agradable, que asumieron el papel de manera seria.

Abrimos el listado, la numeración de las cédulas comenzaban con la cantidad de 7.001.432, a lo que, inmediatamente, dijo uno de los jurados: -son sólo hombres los que vendrán a votar a esta mesa y además vicarios-. Jocosamente le contesté: -ojalá no se presenten algunas mujeres-, mi intervención fue con doble sentido.

A las ocho en punto, una vez iniciada la jornada al público, estaba el primer caballero, con cédula en mano, vestido de lino blanco, calzando zapatos de color blanco, oliendo a la tradicional colonia Roger Gallet, listo para depositar su tarjetón en la urna.

En Cartagena, estos chicos de 70 años en adelante suelen vestirse de manera impecable: son todos unos galanes como el fallecido Clark Gable, cuando protagonizó “Lo que el viento se llevó”. ¡Divinos!, inspiran respeto, ternura, sabiduría. Los señores de antes no pierden sus costumbres de pulcritud.

En repetidas ocasiones me tocó sugerirles que por favor se acercaran al cubículo a marcar su tarjetón ya que el voto era privado. -Por lo mismo- me contestaron algunos, esta es la democracia y yo voy a votar por Santos, así que puedo hacerlo aquí en la mesa. Finalmente convencidos muchos con su bastón acompañante accedían de manera respetuosa y marcaron su tarjetón en el cubículo. Otros decían votaré por Vargas Lleras, muchos por Mockus y otros por Petro.

Más tarde, mi preocupación del día anterior. Me estaba haciendo “pis”, “chichí”, mejor dicho me estaba orinando. Alguien me indicó que justo en frente en la pared dónde había dos hojas tamaño carta pegadas a la pared decía: Baños: Mujeres y hombres. Era un baño comunitario, para ambos sexos. Entré porque me estaba reventando, mi vejiga había hecho lo humanamente posible por aguantar. ¡Sorpresa!, baños con pisos cerveceros o lo que es lo mismo chorreados de meado hasta lo máximo. Bueno, a lo hecho, pecho y sin derecho a chistar. Cuando salí del water, me encuentro una cola para lo mismo, un señor se acerca a los letreros a leer y le dije: -¿cree que están regalando algo?- me miró rayado como dicen los pelados de hoy, no le gustó la broma, seguramente estaba que se explotaba.

Volví a la mesa y justo en ese momento llegan a votar dos señores que tenían ademanes y voz de señoras, seguidamente le dije a mí compañero de mesa: -¿viste? No sólo son hombres los que vienen a votar a esta mesa, nos sonreímos. Ante una jornada dispendiosa, tenía el derecho y el deber de romper el hielo, aunque fuese con chistes pendejos.

Los emparedados que tenía en mi mochila parecían recién salidos del horno, el queso se había derretido envolviendo las tajadas de pan, así sería la temperatura ambiental. ¡Qué calor tan irrespetuoso!

Terminé saliendo en el primer turno de tres jurados para el descanso de una hora. Los emparedados en mi mochila muertos de la risa y yo en Mac Donals, con mis amigas y compañeras de trabajo, Hilda, Sofía y Merce, ellas su Big hamburger y yo, con una ensalada gourmet, porque el pan blanco se me devuelve. La ensalada un fiasco, pero para no lamentarme porque aun el camino era largo, me devoré un Sundae de caramelo o lo que es lo mismo, un helado de vainilla de máquina, chorreado con mucho caramelo. ¡Ummmm!, me supo a democracia.

Retorné a la mesa a seguir estampando mi firma en la parte de atrás del tarjetón.

Los testigos del profesor Mockus, asignados por la Registraduría, permanecían ahí, al pie del cañón, vigilantes como la guardia inglesa. Los agentes de policía muy juiciosos con su uniforme y su bolillo, como los soldaditos de plomo y, nosotros, los jurados de la mesa 003, culminamos a las cuatro en punto, cuando fuimos alertados por un pito de que la jornada había terminado.

Todos Los jurados de las mesas, empezaron a aplaudir, la verdad es que no entiendo por qué lo hicieron, quizás para liberar tensiones o dolores lumbares.

A mí me dolía desde el axis hasta el coxis y las piernas me chirriaban. Para la próxima que es en Junio, estaré pendiente de llevar tres en uno para lubricar mis articulaciones, una mica o bacinilla de peltre colgada al hombro, el paraguas de Tola y Maruja, un cojín para amortiguar mis gluteos y un abanico de manos para lograr un mejor confort.

No les cuento los resultados de mi mesa porque son privados. Lo que sí les puedo contar es que fue una jornada agotadora.

Libertad y orden. Viva la decromacia o decromáticamente hablando como decía aquel protagonista en una novela.

sábado, 29 de mayo de 2010

“UNA MIRADA DESDE EL CLAUSTRO



Tiempos que retornan a mi memoria


(U d C 1.975-1.979)




Ingresar a la Universidad de Cartagena como estudiante para la época de 1.975 era un privilegio porque en ese entonces dicha Institución era sinónimo de solemnidad.


Un claustro imponente. Cuando se es adolescente las ilusiones revestidas de ansiedades se ven titánicas y casi podría afirmar que eternas.


¡Todo era mágico!


Era como soltar las mariposas amarillas de Macondo en un extenso jardín, para que cada una a como diera lugar, se fuera apropiando de su flor, alimentarse y nutrirse del polen que emanaba del profesorado, que en su gran mayoría eran Magistrados, Notarios y Jueces. Engalanando de manera magistral la facultad de Derecho.


Siendo los alumnos tan jóvenes, los veíamos como las cuchillas y los duros. Suele suceder, ya que, antes que nada primaba el respeto absoluto por nuestros superiores; nosotros éramos unas orugas y ellos desde hacía mucho tiempo andaban volando.


Nos tocó una temporada, de altas dosis de represión, provenientes del Estatuto de Seguridad, del hoy fallecido ex presidente Julio Cesar Turbay Ayala, (1.978-1982), razón por la cual debimos soportar un paro de 20 días casi iniciando la carrera.


La incertidumbre nos dejó perplejos, nuestra intención, como cualquier primíparo era, avanzar en la carrera, sin contratiempos, la mayor ilusión era llegar pronto a la meta, aunque apenas estuviésemos dando los primeros pinitos.


Los pocos representantes de los grupos de izquierda que existían eran más bien prudentes en sus actuaciones, solo gritones de arengas y pegadores de carteles en los pasillos, llenaban toda la Universidad con mensajes de protesta y, muchos de los estudiantes, sin saber el por qué de la lucha, marchábamos detrás de los cabecillas como la gente que sigue a Vicente.


Existía MOIR, JUCO, JUPA y otros que se me escapan. Era la época en que los de derecha se atrevían a enfrentarse sin temores y hacían valer sus derechos.


Recuerdo que en el Consejo Estudiantil estuvieron participando como únicos “derechistas” dos compañeros: Pepe de Valencia y José Alviz Martínez, quienes, enfrentaron tan fuerte y decididamente a la oposición que frustraron un intento de Paro Nacional por el famoso Decreto que le quitaba el doctorado a los títulos profesionales (Dec. 222 o 225, que no preciso con exactitud).


El horario era peculiar, los cargos ocupados por nuestros docentes no dejaban otra alternativa.


En la mañana de 7:00 a 9:00 A.M , luego de 11:00 a 1:00 A.M y, en las tardes de 3:00 a 7:00 p.m, quedándonos unos baches muy prolongados, pero las reglas son las reglas y donde mandaba capitán el marinero debía someterse.


Aprovechábamos para estudiar en cualquier rincón o salón desocupado, mi grupo, se caracterizaba porque en el baño había un pasillo con un ventanal de pared a pared calada y ventilaba una corriente de brisa que parecía un gigante abanico con aire refrigerado proveniente del mar. No nos importaba que fuera en el umbral del baño. Otros lo hacían en las bancas y muy pocos en el parquecito central del claustro porque allí el sol quemaba más fuerte que en el desierto, entonces, esperaban las horas de la tarde cuando éste buscaba refugio para salir como murciélagos bajo la sombra de la noche y aprovechar la tenue luz proveniente de las lámparas. Otros íbamos a parar al Parque de Bolívar a estudiar bajo las luces de las gigantes lámparas, sentados en las bancas de cemento o en el suelo rodeando al monumento de nuestro libertador.


Algunos profesores de saco y corbata, otros con camisa de lino mangas largas, eran todos unos personajes extraídos de la mitología, y a pesar de cumplir con su misión de guiar, enseñar y formar buenos profesionales, inspiraban algo de temor y temblor en nuestros organismos, haciendo que nuestros estómagos se contrajeran en intervalos poco moderados.


Las evaluaciones eran rigurosas, dos al año, una a mitad de año que equivalía al 40% y una al final del año que equivalía al 60%. A estudiar se dijo y ni manera de chistar.


Llegada la fecha, los doctores empezaban a evaluarnos a las 7:00 a.m., para ello destinaban un salón, el titular de la materia acompañado de dos jurados, en una bolsa hecha de gamuza color azul turquí o vinotinto, igual que las que utilizan en las iglesias para recoger el diezmo, echaban las balotas con 15 0 20 números, números que representaban la tesis, así se les llamaba, a los capítulos de cada materia. Cada capítulo, podía ser de 80 a 100 páginas. El resultado de la calificación era aleatoria, como en un bingo, si te sabías la tesis favorecida, en este caso el tema, te iba estupendamente, pero si fallabas aparecía el verdugo dándote el famoso “paseo jurídico”, donde te ponían a recorrer todos los temas y ¡eso si que era grave!


Entrábamos por orden de lista y el último estudiante salía a las 11:00 p.m., todos los demás esperábamos impacientes en el pasillo hasta que saliera el último y, a esa hora, después del calor infernal, la batalla sicológica y la incertidumbre por la espera, el profesor empezaba a cantar la nota con su voz fría e intrépida anunciando el triunfo o la derrota.


El doctor Bustamante en la cátedra de Introducción al Derecho Civil, un hombre pausado de tez morena, popocho, no se desprendía de su maletín de color negro, de cartón prensado, parecido a esos que utilizan los visitadores médicos, allí seguramente cargaba todos sus documentos, sus experiencias y sapiencias. Lo recuerdo como si fuera ayer, con sus famosos “Vicios del consentimiento”, dolo bueno, malo, forma y fondo.


El doctor Niebles con su Derecho Romano y sus términos en latín. Cuando alguno de sus estudiantes estaba distraído eso me incluye decía: “Corcione, cuerpo presente pero mente ausente”, eso significaba sentencia segura, sus ojos azules de mirada aguileña parecían lanza en ristre.


Nuestro querido y siempre apreciado doctor Roberto Burgos Ojeda (q.e.p.d.), apasionado en el área de Humanidades con su famosa “Alegoría de la caverna” de Platón, especialmente inteligente, nutrido, instruido, devorador de libros, parsimonioso, se remontaba hasta los rincones más recónditos de la historia, hablaba y caminaba como si flotase en el espacio sideral y nos narraba absolutamente todo, sin omitir detalle, le decíamos cariñosamente por debajo de cuerda “el nido” dizque porque hablaba mucha paja, que ironía a nosotros los muchachos de ese entonces, eso tan importante, que él nos trasmitía, nos parecía paja (era un decir, porque bastante que nos sirvió), a mi personalmente, hoy por hoy las humanidades me apasionan y son mi fuerte.


No puede faltar un doctor muy famoso y no propiamente por parecerse a un actor de cine, era un hombre de baja estatura, de ojos saltones, muy grandes, con voz grave y de ultratumba que hacía temblar hasta las sillas del aula…, no se sentía ni una mosca cuando dictaba su cátedra, ese, era mi admirado profesor Aníbal Pérez Chain con su Derecho Civil


Recuerdo una anécdota muy particular que trascendió como si fuese una leyenda para la Universidad.


Recién ingresada, cursando primer año, en los muros de la fachada del claustro, varios estudiantes nos sentábamos ahí a charlar, esperando el inicio de la siguiente clase. Un día cualquiera que pasaba por nuestro frente un profesor y alguien de los reunidos, nos contó una historia, que ha quedado grabada en mi memoria, desde ese entonces, jamás la he podido borrar.


Dicen las malas lenguas, que fue cierta, yo no lo puedo afirmar.


…Un día en que unos estudiantes conversaban a la entrada de la U, pasaba un profesor de ojos saltones y alguien de ellos le gritó “¡sapo!”, ¡allá va el sapo!, en ese tiempo ese término no era utilizado como sinónimo de metido, chismoso o entrometido, entonces he suponer que era por su aspecto físico. Al parecer el profesor escuchó, dio media vuelta e inmediatamente descubrió a su agresor verbal, le lanza una mirada fulminante y lo sentencia tácitamente, por desgracia ese joven, llegó a ser su alumno.


Pasado el tiempo, el estudiante durante tres años consecutivos había reprobado la materia de Derecho Civil y no podía graduarse hasta tanto no estuviese al día; en su desespero pidió que el examen final se lo hicieran públicamente en el paraninfo de la Universidad con varios magistrados presentes.


Su petición fue aceptada.


Llegado el día del examen, presentes profesor, magistrados y público, se dio comienzo a la evaluación.


El doctor por supuesto empezó a hacerle el famoso “paseo jurídico”, preguntas iban, venían y el estudiante más afilado que una gillette contestaba todo sin titubear.


Después de casi dos horas, el profesor tal vez ya cansado, decidió hacerle la última pregunta para ver si lo corchaba por algún lado, y entonces le dice: -Fulanito de tal, para concluir dígame la definición de “semoviente”, -, el estudiante se puso firme, carraspeó un poco, con gallardía, saca pecho y contestas: “Un semoviente es un animal que puede transportarse de un lugar a otro sin la ayuda del hombre”, el público expectante guardaba silencio, el profesor, al escuchar la respuesta agrega: -déme un ejemplo-, a lo que el estudiante responde: “El sapo”.


Concluido el acto, ante la impotencia y perplejidad del profesor, el alumno fue graduado con ovaciones y méritos.


Ciertamente, todos nuestros profesores eran geniales. Fabio Morón Díaz con su Derecho Administrativo, su nota máxima para las mujeres era de 3.4 y la de los hombres 3.7 en la escala de 1 a 5. Nos llevaba al rojo vivo y con su risita ladeada nos empotraba en la pared.


En una ocasión uno de mis compañeros Cesar (“el Piti”) Porto, se agacha y, a manera de burla, imitando la forma como el Doctor Morón en una ocasión se había caído, nos hace la demostración radiográfica, cuando al Doctor, se le descosió el pantalón por la peripecia que había hecho su esqueleto, dejándolo con sus partes intimas al aire, pálido y hubo que conseguirle prestada una bata de enfermería para que pudiera salir. La sorna del Piti Porto, fue una manera de desquitársela ya que en verdad el profesor era muy rígido.


Teníamos a un profesor algo chiflado, por no decir loco, se me escapa el nombre, era de Derecho Penal, en la mitad del pasillo se abrió de piernas y se agarró sus partes íntimas para demostrar de una forma grosera y grotesca que a él no le iban a sabotear el examen con aplazamientos o segundas vueltas y acostumbraba a decirnos gráficamente “el Procedimiento penal es la carrilera del tren por la que viaja la causa y que el proceso debía prescribir porque nadie podía cargar con él toda la vida, al igual que le pasaba al hombre del bacalao de la Emulsión de Scott.


Me hace recordar cuando el Doctor Pérez Chain le pregunta a un compañero de apellido Corena que le diera un ejemplo de “bien prendario” y este le contesta: “un fósforo”, desde ese instante el doctor Pérez predijo en su profecía, que a este joven, no le iría bien en su materia.


Víctor León Mendoza (q.e.p.d.), quien parecía un orador angelical, su voz de querubín nos elevaba al cielo y sus clases de Introducción al Derecho Pena,l eran eternas, estoy convencida de que con él nuestros espíritus rondaran por los pasillos de la Universidad en busca de esa paz eterna que algún día alcanzaremos; al igual lo queríamos, siempre impecable, de tono pausado, sereno, filosófico y casi romántico.


El doctor Payares, con su “Metodología”, sus clases muy aburridas, ya que, se necesitaba aprender muchas reglas y formas para elaborar trabajos; la mayoría de las veces muchos estudiantes brillábamos por ausentes, no lo hacíamos con mala intención pero es que la materia era pesada.


El doctor Carlos Guete, con Procedimiento Penal, hombre pequeño vestido siempre de lino blanco, extraído como de un cuento de pitufos, con su sonrisa sarcástica, pero con la única finalidad de llevarnos a la cúspide, esa era su intención.


Jamás se alcanzarán a imaginar cuál personaje llegó a nuestras vidas, nada más y nada menos que Monseñor Domingo Gándara, con su Derecho Canónico, con su voz nasal y su “matrimonio rato y no consumado”…, confieso que fue la única materia en la que no fui sobresaliente y no por los temas en sí, sino por el personaje que la dictaba, haciéndonos recordar la misa en la Catedral que decía todos los Domingos, como párroco de planta y a la que inmancablemente asistía con mis padres desde muy niña.


Una clase con Domingo Gándara, era como pagar una promesa subiendo de rodillas a Monserrate.


Raúl H. Barrios (q.e.p.d.), otro personaje, parecía un Santa Claus, siempre jocoso, sonriente y aunque el Derecho Tributario no era tan sencillo, nos enseñó grandes cosas. Era un ser maravilloso, su voz y ademanes infantiles lo hacían ver demasiado paternalista.


Y qué tal ¿El curita Hernández? Derecho Comercial, parecía una daga, reconocido por ser brillante como abogado, lastimosamente, al hacernos el primer examen, nos exigió los artículos de memoria y fue tanta la presión ejercida por todos, que nos lo cambiaron. Si bien en el derecho la memoria es importante, la interpretación jugaba otro tanto.


El Doctor Angulo Barrios y la Responsabilidad Civil Extracontractual, nos llevaba al rojo vivo con el texto de José Alejandro Bonivento, quién fuera Magistrado de la Corte Suprema de Justicia.


En laboral tuvimos el privilegio de tener como profesor al Doctor Guerrero Figueroa, con su Derecho individual y colectivo, las huelgas, los conflictos laborales y las convenciones colectivas de trabajo


Fue una época de estudios fuerte, hasta que, en Quinto año, aparece un personaje “clave” en nuestras vidas. Rectilíneo y exigente, todos le temblábamos, su nota máxima era 3.8, “Derecho Probatorio”, con la bobadita esa, que se nos vino encima, el doctor “Carlos Villalba Bustillo”, a quien no se le pasaba, ni media. Hoy es mi amigo, lo admiro por esa mente lúcida, precisa, suspicaz y mordaz. Sus columnas en el Universal en la página Editorial son exquisitas sin importar la temática.


Antenor Barbosa, en Penal, con sus dos metros de estatura, hombre íntegro, caballeroso e inteligente, en todo el sentido de la palabra.


Rafael de la Valle, Notario, una nota de profesor, con su cabello blanco y sus ojos como bolitas de uñita, azules transparentes, nos enseñaba Derecho de familia.


En la medida que ascendíamos de grados nos esperaba más el patíbulo con los profesores. Seguramente de esa manera nos obligaban a ser unos buenos profesionales donde la mediocridad no tenía cabida.


El rector en esos momentos era el Doctor Luis H. Arraut (q.e.p.d.), quien fue admirado por todos porque desempeñó un excelente papel.


Todo lo sucedido en esos cinco años marcó nuestras vidas de satisfacciones.


Entre las otras cosas buenas para evocar, a parte de nuestros profesores, son las amistades, los buenos momentos, las tertulias, los pasillos fumando cigarrillos, los grupos de estudio, los de parranda para algunos y los de deporte.


Como no todo podía ser estudio había que orearse y relajarse un poco, habían dos grupos de parranda, así le llamaban: Uno de primera y otro de segunda clase. Con el grupo de primera clase se hacían bailes algunos viernes en la casa de alguien, con madre anfitriona incluida, allí estaban entre otras, Margarita puerta, Maria Zarco, Francia Quintero (q.e.p.d.), Linda Pavajeau, Eugenia Domínguez. En el grupo de segunda, Lucho García, Guido Gómez, Barco Blanco, Miguel Fuentes, Lucho Gómez, en fin, todos los que se volaban los viernes de las dos últimas horas para jugar Softball y quienes dieron inicio a la actividad regular de este deporte en la facultad, después a nivel de toda la universidad. Era lo que se decía “la rosca”. Las parrandas terminaban con cerveza, tres esquinas y sancocho.


De ese grupo, hubo dos que sufrieron las consecuencias de llegar muy niños e ingenuos: Miguel Fuentes y Mauricio Brochett. A Miguel lo hicieron amanecer en el camellón de los Mártires, tomando ron popular con los emboladores y a eso de las 5:00 a.m., se puso a llorar porque se había gastado en ron, el dinero para pagar el recibo de la luz de su casa.


Entre los compañeros no podía faltar un morboso a quién por respeto le daré un seudónimo “Cástulo Bustos”, cada vez que se tomaba más de un trago hacía una embarrada bien grande, hasta el punto de que se casó con una prostituta.


Cuando descubrió que el amor que esta mujer le había jurado, no podía durar mucho porque era la fuente de su sostenimiento, Cástulo intentó suicidarse. Afortunadamente un vecino oyó cuando se quejaba de los dolores producidos por el kan kill que se había tomado y su amigo lo pudo llevar a tiempo al hospital.


El alegato para la anulación del matrimonio fue para Cástulo, un conflicto de marca mayor, debido a que tenía que confesar sus debilidades. Pidió ayuda para hacerlo a cinco “buenos” amigos con los que estudiábamos.


La única condición que este quinteto le puso, fue que él, no podía opinar sobre el contenido y, tenía que invitar a las empanadas de pollo de ese día en la cafetería Sucre. Él aceptó. El famoso alegato fue toda una novela digna de “El amor en los tiempos del cólera”, redactada por cinco buenos amigos, con el mejor deseo de vengarse de todas las locuras y metidas de pata de Cástulo. Por fortuna él no lo leyó antes de firmarlo y entregárselo a su abogado. Posteriormente cuando conoció su contenido después del fallo favorable que obtuvo gracias al documento, no tuvo más remedio que reprenderlos cariñosamente y dar las gracias.


Justamente existieron personajes no menos importantes que nuestros doctores, “los chaceros” inmortales, aun están en la puerta de la U, después de 32 años, con su venta al menudeo, conocedores de muchos secretos y una que otra cita clandestina. Ellos, aparentemente desapercibidos, pero valiosos para nosotros los estudiantes, formaban parte de nuestro mundo, quizás no el de las letras pero si del sosiego que producía una menta, un coffee de Light, un supercoco, un cigarrillo, un tinto, los que, en definitiva, mitigaban, aunque fuese momentáneamente, la fluctuación de nuestras emociones al tener que, enfrentarnos en el día a día, al reto de ser profesionales, en una entidad que hoy por hoy figura como “Alma Mater” en la formación y educación de muchas personas en nuestro país, siendo reconocida y valorada como una excelente Universidad de la que me siento orgullosa como egresada, por sus prospectos futuros portadores de éxitos.


En estos días he leído un libro que me obsequió mi amigo John Jairo Junieles, egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad, afamado literato a quien admiro y le auguro grandes éxitos, en un capítulo me encuentro la siguiente anécdota la cual por oportuna, transcribo: Betancourt Bustillo un estudiante de Derecho de la U de C en el año 1.949, cuenta: “Pero vino el examen final. (…) Ocho días antes, le presté a Gabito mi texto de derecho Romano, que muy pocos alumnos teníamos por edición agotada y aparecía con más de 20 firmas, de igual número de dueños, adquirido por mi. Le dije a Gabito que se lo prestaba por cuatro días, pues necesitaba repasarlo. Así ocurrió. Se perdió cuatro días y me llevó el libro. El día del examen final todos estábamos pendientes de Gabito por el incidente con “El Culebro”. Le estaba cazando y la posible victima se preparó. Metió las manos en el saquito que usaba para eso y sacó la ficha que indicaba la tesis que debía exponer. Arrancó Gabito con la explicación del tema y el profesor Manotas (q.e.p.d.) no le interrumpió y sólo se silenció cuando se agotó el tema del texto que prácticamente lo recitó. ¡Que memoria! Dijimos todos.


“El profesor le tocó el timbre y le dijo: “Tiene dos”. Él (Gabito) enmudeció y no le reclamó absolutamente nada. Todos sus compañeros reclamamos al profesor y recuerdo que le dijimos: “García ha hecho un examen para cuatro o cuatro y medio o cinco”. A lo que el profesor dio una respuesta tajante: “Nunca lo vi en clases”.


“Yo no nací para esa vaina” era el comentario que, según Betancourt, hacía García Márquez después del incidente del examen, a sus compañeros de estudio. (Tomado del libro Gracias Márquez en Cartagena. Sus inicios literarios), autor: Jorge García Usta (q.e.p.d.), vinculado a la Universidad de Cartagena.


De 210 estudiantes de mi promoción en grupos de A, B y C, sólo algunos desistieron en tercer año, entre ellos Zunny Zapata Bohórquez, la hija del doctor Juan Zapata Olivilla, quien pese a su desbordada inteligencia, que le afloraba por esa piel canela y esos ojos almendrados, tenía quizá otros intereses: el drama, el modelaje y los idiomas, la recuerdo, caminando erguida hasta llegar al aula, siempre con un libro pesado sobre su cabeza, definitivamente Zunny, era todo un personaje, al igual que su padre y sus tíos. Los compañeros decían, ella cree que cargando con ese libro sobre su cabeza los conocimientos se le van a infiltrar y yo agregaba, tal vez sí, por osmosis.


Llegado por el momento de la graduación, asignaron diez cupos para la primera promoción, allí estaba yo, Mayo 30 de 1.980.


Después de graduados por aquel Decreto que mencioné anteriormente, pretendían retirarnos los diplomas para quitarles el “Doctor en…”


Mi amigo José Álviz Martínez, un pecoso pelirrojo, de ideas contrarias a la corriente, pero destacado en la carrera (graduado con todos los honores), devolvió su diploma y le dijo al Doctor Fabio Morón Díaz:


-“Doctor, se lo entrego, pero como sea me lo retorna rápidamente, porque, con o sin doctorado, me van a decir doctor de todas maneras.


A la fecha, hoy enmarcados nuestros diplomas de pergamino amarillento, por el inevitable paso de los años, lucen en las paredes con el título de “Doctor (a) en Derecho y Ciencias Políticas”.